El futuro

Jorge Oviedo Rueda

Los socialistas auténticos solíamos gritar en los mítines políticos que el presente era de lucha y el futuro socialista. Mi generación creyó que el socialismo estaba a la vuelta de la esquina. Después de la caída del muro y la eclosión negativa de la URSS, comprendimos que el futuro socialista tenía que esperar. Eso sí, jamás renunciamos a nuestro derecho de seguir soñando.

Los que tenemos el privilegio de ser herederos de las raíces andinas, encontramos en el Sumak Kawsay ancestral una alternativa, no porque queremos volver a cocinar con leña, sino porque creemos que el desarrollo tecnológico, bien entendido, se lo debe poner al servicio del buen vivir.

¿Sabía usted, amigo, que el mundo está viviendo la época de la cuarta revolución industrial? Esto, ¿qué significa? En primer lugar, el decrecimiento drástico del empleo. No es un fenómeno local, es planetario. En el marco de la producción social y de la apropiación privada, el desarrollo tecnológico es mortal para la humanidad.

Hoy hay empresas globales que solo manejan un software, y una computadora de IBM da asesoramiento legal con una precisión superior a la de cualquier humano; hay otras que diagnostican el cáncer con precisión y dentro de unos años las computadoras serán más inteligentes que los humanos.

Los vehículos tienden a ser autónomos y pronto nadie querrá tener un carro. Habrá menos vehículos y las ciudades serán más amables. La empresa Tesla hace computadoras con ruedas, lo que llevará a la quiebra a las empresas automotrices tradicionales.

Todo esto, ¿para qué? Dentro del capitalismo para que un grupo de privilegiados sea más rico y vea morir de necesidad a inmensas mayorías; si fuera en el Sumak Kawsay, este desarrollo tecnológico sería para alcanzar a plenitud el buen vivir.

[email protected]