De mal, en peor

Rodrigo Santillán Peralbo

Políticos del grupo correísta presagiaban el viraje del presidente Moreno hacia las derechas neoliberales. Parecía increíble que el Gobierno actual decidiera salir del ALBA y sumarse a la Alianza del Pacífico, abandonar Unasur y unirse a la derechista y proimperialista Prosur, o que mirara con simpatía al “grupo de Lima”, y menos aún, casi era imposible que alguien pensara en que el Ecuador se sometería a las condicionalidades del FMI, y que ardería el país indígena, mestizo, afroamericano y pobre en marchas y protestas pacíficas, pero convertidas en focos de violencia, debido a la infiltración de delincuentes nacionales y extranjeros.

El fin de los subsidios a la gasolina y diésel, ha sido rechazado por millones de ecuatorianos que han participado en marchas de organizaciones indígenas, de trabajadores y sociales de distinta naturaleza, para pedir al gobierno del presidente Moreno, la derogatoria del Decreto 883 que afecta a todos. Sin el subsidio, el pastel es atractivo, para vender la Refinería de Esmeraldas o construir una nueva.

Las reformas laborales acabarían con los derechos irrenunciables de los trabajadores. Al subir el precio de los combustibles todo se encarece y se afecta la economía popular, en especial de los pobres y en extremo pobres, cuyos índices aumentan día a día. ¿Qué se hace por ellos, además de ignorarlos y hasta despreciarlos?

¿Puede haber diálogo, si el Presidente se declara decidido a mantener las medidas, y los dirigentes indígenas y de trabajadores afirman que van al diálogo, pero que primero derogue el Decreto? Las derechas han organizado marchas en Guayaquil y Quito para clamar por “la paz”. ¿Quién responde por los muertos, heridos, encarcelados y periodistas presos, retenidos, o golpeados cobardemente? El país va de mal, en peor.

[email protected]

Rodrigo Santillán Peralbo

Políticos del grupo correísta presagiaban el viraje del presidente Moreno hacia las derechas neoliberales. Parecía increíble que el Gobierno actual decidiera salir del ALBA y sumarse a la Alianza del Pacífico, abandonar Unasur y unirse a la derechista y proimperialista Prosur, o que mirara con simpatía al “grupo de Lima”, y menos aún, casi era imposible que alguien pensara en que el Ecuador se sometería a las condicionalidades del FMI, y que ardería el país indígena, mestizo, afroamericano y pobre en marchas y protestas pacíficas, pero convertidas en focos de violencia, debido a la infiltración de delincuentes nacionales y extranjeros.

El fin de los subsidios a la gasolina y diésel, ha sido rechazado por millones de ecuatorianos que han participado en marchas de organizaciones indígenas, de trabajadores y sociales de distinta naturaleza, para pedir al gobierno del presidente Moreno, la derogatoria del Decreto 883 que afecta a todos. Sin el subsidio, el pastel es atractivo, para vender la Refinería de Esmeraldas o construir una nueva.

Las reformas laborales acabarían con los derechos irrenunciables de los trabajadores. Al subir el precio de los combustibles todo se encarece y se afecta la economía popular, en especial de los pobres y en extremo pobres, cuyos índices aumentan día a día. ¿Qué se hace por ellos, además de ignorarlos y hasta despreciarlos?

¿Puede haber diálogo, si el Presidente se declara decidido a mantener las medidas, y los dirigentes indígenas y de trabajadores afirman que van al diálogo, pero que primero derogue el Decreto? Las derechas han organizado marchas en Guayaquil y Quito para clamar por “la paz”. ¿Quién responde por los muertos, heridos, encarcelados y periodistas presos, retenidos, o golpeados cobardemente? El país va de mal, en peor.

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Políticos del grupo correísta presagiaban el viraje del presidente Moreno hacia las derechas neoliberales. Parecía increíble que el Gobierno actual decidiera salir del ALBA y sumarse a la Alianza del Pacífico, abandonar Unasur y unirse a la derechista y proimperialista Prosur, o que mirara con simpatía al “grupo de Lima”, y menos aún, casi era imposible que alguien pensara en que el Ecuador se sometería a las condicionalidades del FMI, y que ardería el país indígena, mestizo, afroamericano y pobre en marchas y protestas pacíficas, pero convertidas en focos de violencia, debido a la infiltración de delincuentes nacionales y extranjeros.

El fin de los subsidios a la gasolina y diésel, ha sido rechazado por millones de ecuatorianos que han participado en marchas de organizaciones indígenas, de trabajadores y sociales de distinta naturaleza, para pedir al gobierno del presidente Moreno, la derogatoria del Decreto 883 que afecta a todos. Sin el subsidio, el pastel es atractivo, para vender la Refinería de Esmeraldas o construir una nueva.

Las reformas laborales acabarían con los derechos irrenunciables de los trabajadores. Al subir el precio de los combustibles todo se encarece y se afecta la economía popular, en especial de los pobres y en extremo pobres, cuyos índices aumentan día a día. ¿Qué se hace por ellos, además de ignorarlos y hasta despreciarlos?

¿Puede haber diálogo, si el Presidente se declara decidido a mantener las medidas, y los dirigentes indígenas y de trabajadores afirman que van al diálogo, pero que primero derogue el Decreto? Las derechas han organizado marchas en Guayaquil y Quito para clamar por “la paz”. ¿Quién responde por los muertos, heridos, encarcelados y periodistas presos, retenidos, o golpeados cobardemente? El país va de mal, en peor.

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Políticos del grupo correísta presagiaban el viraje del presidente Moreno hacia las derechas neoliberales. Parecía increíble que el Gobierno actual decidiera salir del ALBA y sumarse a la Alianza del Pacífico, abandonar Unasur y unirse a la derechista y proimperialista Prosur, o que mirara con simpatía al “grupo de Lima”, y menos aún, casi era imposible que alguien pensara en que el Ecuador se sometería a las condicionalidades del FMI, y que ardería el país indígena, mestizo, afroamericano y pobre en marchas y protestas pacíficas, pero convertidas en focos de violencia, debido a la infiltración de delincuentes nacionales y extranjeros.

El fin de los subsidios a la gasolina y diésel, ha sido rechazado por millones de ecuatorianos que han participado en marchas de organizaciones indígenas, de trabajadores y sociales de distinta naturaleza, para pedir al gobierno del presidente Moreno, la derogatoria del Decreto 883 que afecta a todos. Sin el subsidio, el pastel es atractivo, para vender la Refinería de Esmeraldas o construir una nueva.

Las reformas laborales acabarían con los derechos irrenunciables de los trabajadores. Al subir el precio de los combustibles todo se encarece y se afecta la economía popular, en especial de los pobres y en extremo pobres, cuyos índices aumentan día a día. ¿Qué se hace por ellos, además de ignorarlos y hasta despreciarlos?

¿Puede haber diálogo, si el Presidente se declara decidido a mantener las medidas, y los dirigentes indígenas y de trabajadores afirman que van al diálogo, pero que primero derogue el Decreto? Las derechas han organizado marchas en Guayaquil y Quito para clamar por “la paz”. ¿Quién responde por los muertos, heridos, encarcelados y periodistas presos, retenidos, o golpeados cobardemente? El país va de mal, en peor.

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