No hay duda de que las manifestaciones simbólicas a favor de los grupos de la diversidad sexual, en sociedades inequitativas como la ecuatoriana, aún son importantes y pueden ayudar a construir nuevos imaginarios al respecto.
Esta vez, luego de iluminarse el Palacio de Carondelet con los colores del arcoíris el 28 de junio pasado, a propósito del Día del Orgullo Lgbti, se pintaron algunos pasos cebra con las mismas tonalidades multicolores que han simbolizado a estos colectivos desde finales de los años 70. Algunas intersecciones de las calles del barrio La Mariscal han sido las primeras en pintarse. Las autoridades locales quieren construir espacios inclusivos para que todas las personas puedan transitar sin sentirse discriminadas. Gran tarea. Cuando Carondelet “izó” estos colores enfatizó, asimismo, en el compromiso gubernamental para avanzar en la construcción de una sociedad libre y justa. La reciente acción municipal constituye, al decir de sus autoridades, una suerte de plan piloto que se extendería a otros lugares emblemáticos de Quito. Varios interrogantes me asaltan al respecto. ¿Cuándo continuarán estas acciones? ¿Qué otros lugares se consideran emblemáticos? ¿Emblemáticos para los colectivos Lgbti? La Plaza Foch sí que lo es. En los años 80 y 90 del siglo pasado fue un espacio de persecución de muchas personas de la diversidad. Pero, las nuevas zonas a pintarse tendrían que ser representativas para toda la población, no solo para los Lgbti. También deben ser espacios de alto tráfico si realmente se quiere tener impacto en la comunidad. ¿Y una explicación junto a los pasos cebra multicolores? ¿Una campaña de comunicación, educación y respeto? No es mala idea. En realidad es importante hacerlo. Es una deuda que el Estado tiene con estas minorías, más allá de las leyes que tibiamente han ido cambiando en función del humor y los prejuicios de los mandatarios de turno. Muchas personas no sabrán, por ejemplo, a qué aluden los colores. Acciones como esta deben atravesar el tema lúdico y mediático. Tienen que constituir una política estatal a mediano y largo plazos.