Caída de ‘Otoniel’ no minó al Clan del Golfo

Un soldado colombiano ejecuta controles en una carretera como parte del intento del Gobierno colombiano de minimizar el paro armado ‘narco’.
Un soldado colombiano ejecuta controles en una carretera como parte del intento del Gobierno colombiano de minimizar el paro armado ‘narco’.

Expertos en seguridad dicen que el cartel colombiano tiene múltiples tentáculos ‘militares’ y económicos que lo convierten en una estructura sólida.

Redacción BOGOTÁ

En octubre de 2021, cuando Dairo Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’ y jefe del grupo criminal Clan del Golfo, fue detenido, el presidente Iván Duque se apresuró a anunciar el fin del cartel.

Sin embargo, siete meses después y tras concretarse la extradición de ‘Otoniel’ a Estados Unidos, los integrantes de la banda criminal paralizaron entre la semana pasada y la actual, durante cuatro días, a parte de Colombia mediante un paro armado. Un signo de que el Clan del Golfo está lejos de desaparecer.

De acuerdo con balances oficiales, al menos 74 comunidades en 11 regiones distintas estuvieron confinadas, casi 200 vehículos fueron incinerados y al menos ocho personas fueron asesinadas; unas por no cumplir las órdenes del grupo criminal y otras en ataques a la fuerza pública.

Causas de la estabilidad

«El Clan del Golfo es una organización sofisticada que tiene una estructura organizacional estable, un ancla en negocios legales como la ganadería y un portafolio amplio de actividades criminales que incluyen la extorsión o la venta de servicios de coerción», dice Víctor Barrera, investigador del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), en Bogotá.

Además, la banda «(autonombrada) Autodefensas Gaitanistas de Colombia -AGC- tienen una gran capacidad de movilidad en el territorio, porque operan a través de la subcontratación de servicios específicos según lo demande la situación».

Los expertos advierten que es mucho lo que no se sabe del grupo. La multiplicidad de brazos armados asociados en todo el país —algunos de planta y otros contratados, algunos autónomos y otros no— impide saber la extensión de su poderío.

Hay estimaciones que hablan de 3.000 miembros; otras contabilizan hasta 13.000, cifra similar al que componía a las FARC, la guerrilla más grande del país, en su momento más próspero.

El Clan parece, pues, una organización federal con aparato burocrático suficiente para conseguirles reemplazo a quienes son arrestados (se habla de 300 detenciones) o dados de baja.

De hecho, desde que ‘Otoniel’ fue arrestado, los nombres de los supuestos sucesores empezaron a sonar en los medios locales. (DLH)