Está muy claro, que la oposición ha optado por un camino lleno de abrojos maléficos que deviene seguramente de un plan perfectamente elaborado, pero qué, a fin de cuentas, le pasarán factura porque resulta un plan que aparece como desestabilizador del gobierno, con un accionar del garrote, simplificado en: “palo porque bogas y palo porque no bogas”, que me lleva a pensar que están “orinando fuera del tiesto”, y permite ver que no hay acción política sino politiquería por parte de la oposición que demuestra carencia de inteligencia y razonamiento.
No se debe atacar a un régimen democrático porque sí o porque no, peor por media argucia para tratar de romper un ordenamiento constitucional en procura de protervos intereses o sobre la base de un socialismo desnaturalizado que está siendo practicado criminalmente en otros países, con un alto contenido de condumio, que deviene de un totalitarismo sembrador de barbarie.
Creo que el pueblo votó por el cambio hacia nuevos derroteros de esperanza, que confluyan al progreso, pero no por aquellos que llevaron penurias al país por una situación crítica que estamos pagando.
La izquierda malévola dejó al país quebrado y echó al basurero los principios ético morales, con una conducta infamante en donde desapareció la dignidad y la nobleza de espíritu. El experimento siglo XXI nos ha llevado a un proceso de rehabilitación en el orden democrático, apartándonos de esas ideologías mentirosas, que son y terminan en totalitarismo.
El pueblo sabe que una oposición ciega solo está dirigida a sembrar el caos deleznable.
El país aspira a tener paz con una fuerza constructiva y en un marco de positividad progresista. Ya han pasado los aciagos días, en lo que estuvo sumido el país, tiempo en el cual nubes tenebrosas cubrieron el presente y ensombrecieron el futuro de la nación, con espeluznantes acciones de un totalitarismo inhumano.
No es la hora de críticas y condenas porque es la hora de sumar esfuerzos en la búsqueda de soluciones con un diálogo constructivo.