Efectos de la migración

Margoth Bonilla

Existe una gran controversia en cuanto a los efectos beneficiosos o maliciosos de las migraciones tanto en las comunidades de origen como en los lugares de destino. Muchas veces, los argumentos son utilizados por distintos grupos de poder para apoyar o facilitar la migración a aquellas personas que lo deseen, así como su inclusión social; o bien endurecer las leyes de extranjería y la construcción de fronteras físicas para reducir los flujos migratorios.

Por tanto, en la mayoría de las veces que se genera, estaría entrando en juego no solo la opinión objetiva ante la migración, sino la propia postura subjetiva ante el funcionamiento de la sociedad y los cambios que puedan experimentarse en ella.

No obstante, la migración llevaría asociada efectos económicos beneficiosos y maliciosos, tanto en el lugar de origen como en el destino; si bien podemos afirmar que, en suma, el migrar parece ser positivo para un lugar y otro.

En concreto, para los principales afectados, que son los propios migrantes y sus familiares –migren o no con él–, los potenciales efectos beneficiosos se harían notar en el volumen ingresos, el consumo, la educación o la salud.

Por otra parte, en las sociedades de origen los principales efectos económicos son aquellos derivados del envío de remesas; capaces de aliviar la situación de carencia de las familias y permitiéndoles afrontar todo tipo de imprevistos, pero incapaces, por sí mismas, de contribuir al desarrollo de las regiones adonde se envían.

Esto parece ser así, si bien hay que admitir que los giros suponen una fuerte entrada de divisas que mueve, aunque de manera limitada, el comercio local, alimentando la actividad económica y generando, por tanto, algunos puestos de trabajo y emprendimientos en las zonas donde se reciben.

Algo que ocurre principalmente en las ciudades y centros urbanos, puesto que disponen de una mejor infraestructura para aprovechar esta entrada de dinero que las zonas rurales.

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