Los jinetes del apocalipsis están aquí y ahora

Hoy termina 2022, un año complejo que ha despertado viejos fantasmas que creíamos haber enterrado hace tiempo. Por lo pronto, en un mismo año, han salido a cabalgar libres por el mundo, los 4 jinetes del Apocalipsis, el hambre, la guerra, la peste y la muerte.


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LA PESTE
Los coletazos del Covid han seguido cosechando su cuota de muerte, y por lo que se sabe, el abandono de las restricciones, muchas veces brutales, impuestas por el gobierno chino a su población, está pasando una pesada factura al régimen, que convirtió su política sanitaria en un dogma de estado. La preciada infalibilidad imperial quedó en entredicho, en una población que claramente perdió, a la vez la paciencia y la confianza, ante el abuso, de un régimen tan represivo como el chino, de su poder para someter a sus súbditos y privarlos de elementales libertades y derechos.

Las medidas impuestas por el régimen de Beijín afectaron el bolsillo de la gente, imposibilitada de salir a trabajar para llevar el pan a su mesa, viendo como la crisis inmobiliaria dejaba a millones de personas en el limbo respecto de unas viviendas, por las cuales ya habían realizado abonos importantes, que tras las caídas de varios gigantes inmobiliarios se convertían en ilusiones irrealizables, la sociedad finalmente dijo basta.

Lamentablemente, justo en el país donde tuvo su origen el virus, que durante el tiempo que éste se difundió por el mundo y contagió a centenares de millones, matando a 7 millones, mantuvo unos índices muy bajos de mortalidad por su draconiana política de COVID 19, al eliminarse estas restricciones, se generó una gigantesca oleada de contagios en una población poco expuesta, y con índices de vacunación del orden del 35%.

Esto podría implicar un contagio masivo que colapsaría el sistema sanitario chino, cuyas capacidades al parecer son inadecuadas para enfrentar una crisis de tales dimensiones.

Otro motivo de preocupación, ya no solo para China sino para el mundo, sería el enorme potencial de mutaciones del virus en un entorno de contagio masivo. Algunos países están ya exigiendo a los viajeros chinos certificados de vacunación o pruebas de salud. Ojalá no se produzcan protestas del régimen por tales exigencias, a cuenta de discriminación u otro pretexto, pues fue China quien impuso las más restrictivas políticas a viajeros externos, al obligarlos a cuarentenas extremas al llegar.

No es pues posible desmontar aún a ese jinete, pues la peste al parecer va a seguir muy presente, al menos durante los primeros meses del año entrante.

EL HAMBRE

El segundo jinete: el hambre, tiene también la vía expedita. A las dramáticas sequías del África Oriental, con las perspectivas de grandes hambrunas en Somalia, en Sudán y en Etiopía, Tigray y Eritrea, donde la guerra, el tercer jinete, se confabula para agravar los efectos de la naturaleza, se unen los terribles efectos de inundaciones y tifones cada vez más potentes, inequívocos signos del cambio climático, que han golpeado duramente al Sudeste asiático, con devastadores efectos, en Filipinas y otros países de la región.

Haití en el Caribe se halla sumido en una espiral descendente en su provisión de alimentos, con cerca de la mitad de su población en situación de grave riesgo, y con un millón de personas en situación catastrófica, es decir, que para su supervivencia requerirán masiva ayuda internacional. Caso similar enfrenta Yemen, por el conflicto que lleva ya años en curso, y Siria, en parte por sequías, además de la guerra civil que la afecta desde hace 10 años.

Las perspectivas de Guatemala y Honduras en Centroamérica, por los huracanes que las azotaron, destruyendo grandes extensiones de sembríos e infraestructuras agrícolas, ponen en condición catastrófica a medio millón de personas en cada uno de estos países. La situación en Venezuela, por el desastre económico en que el régimen ha sumido al país, con niveles inflacionarios inéditos, unidos a una política absurda de control de precios de los productos agrícolas, que hace inviable el proceso productivo, tampoco tiene visos de mejora, promoviendo la migración masiva de personas, para que sean otros los que se ocupen del estrepitoso fracaso del modelo impuesto, ahogado por sus propias contradicciones y por unos niveles de corrupción estratosféricos, en un país repartido entre pandillas, cada una con su territorio, sea físico o funcional, claramente definido para su beneficio.

Pocos países del mundo han sido tan concienzudamente saqueados por sus propios líderes, como esa Venezuela, a la que vendieron el mamotreto del Socialismo del siglo XXI, como solución a sus problemas. No deja de llamar la atención la persistencia en la región por intentar, una y otra vez, las mismas recetas fracasadas del socialismo utópico, ahora reencauchado, como dogma, por los populismos regionales.

LA GUERRA

El impacto del conflicto ruso ucraniano que arrancó con la agresión rusa de febrero pasado, ha sido muy severo en el rubro de los alimentos, ante la caída de la producción y de las exportaciones de trigo y otros cereales, en dos de los principales productores del mundo. El conflicto, al disminuir la oferta de alimentos, ha provocado un aumento en los precios, que, para los países más pobres del mundo, afectados además por los efectos económicos del COVID, resultan impagables.Qué decir del tercer jinete, la guerra, que ha hecho un espectacular reentre, con el citado conflicto, que ha opacado otros, de más larga data, por las capacidades militares de uno de sus actores; Rusia. El que se suponía el segundo ejército más poderoso del mundo en lo convencional, se ha encontrado con una Ucrania firmemente unida en la defensa de su territorio, que ha logrado, no sólo detener, sino hasta repeler al tan ponderado ejército ruso, retomando incluso algunos territorios perdidos al principio de la guerra, en el noreste y en el sur.

Asistimos al cambio del modelo de conflicto, con la llegada al teatro de operaciones de nuevas armas, como los drones turcos o iraníes, que han tenido efectos devastadores, o el uso masivo de misiles, como artillería a distancia, con los que Rusia ha destruido miles de viviendas, de escuelas y hospitales, además de atacar con ferocidad a la infraestructura eléctrica e industrial ucraniana. Las estimaciones de víctimas del conflicto, tanto entre población civil, como entre combatientes, resultan del todo inciertas, ante la manipulación de las cifras de uno y otro lado, con propósitos de propaganda. Lo que más se puede hacer, en función de ciertos datos confiables, es una especulación educada. Qué hay cerca de 10 millones de ucranianos desplazados por el conflicto, de los cuales 6’ han sido acogidos como refugiados por muchos países europeos, parecería estar más allá de duda.

Los objetivos de una rápida victoria de las fuerzas rusas no se cumplieron, son bastante evidentes. El que Putin haya debido, pese a sus declaraciones de que tal cosa no ocurriría, llamar a filas a 300 mil reclutas en septiembre, tras sufrir una serie de severas derrotas, tampoco es un secreto, y la inferencia lógica señala que lo hace, para llenar los vacíos que se han producido en sus fuerzas profesionales.

Ucrania habla de haber causado más de 100 mil bajas rusas, lo que sería una catástrofe mayúscula. Más conservador, el jefe del estado mayor norteamericano habla de 100 mil bajas, entre muertos y heridos, lo cual es impresionante. Es lógico suponer bajas similares, tal vez un poco menores por actuar a la defensiva, entre las fuerzas ucranianas. Hablamos ya de cientos de miles de muertos y mutilados por la guerra. Las perspectivas de un arreglo no militar se las ve muy lejanas, pues Ucrania y Rusia han establecido unas posturas maximalistas que poco o ningún espacio dejan para buscar una solución diplomática que detenga el conflicto. Siendo el más importante conflicto en curso, en forma alguna es el único. Yemen y Siria han continuado en sus guerras civiles, y en Etiopía el siempre latente conflicto con Tigray y Eritrea se encendió de nuevo, con fuertes combates y numerosas víctimas entre los participantes. El África subsahariana se ha vuelto otro escenario para los mercenarios de Putin, el grupo Wagner, que ha intervenido para favorecer e impulsar los intereses rusos en los recursos naturales de la región. Sus competidores son algunas franquicias de Isis, la organización terrorista que creó un efímero califato entre Irak y Siria hace algunos años, y que sobrevive en África.

LA MUERTE

El cuarto jinete: la muerte, se aprovecha del efectivo trabajo de los otros tres, hallando las mejores condiciones para actuar en unos entornos interactuantes. Mientras la guerra en Ucrania no cese, la presión sobre el precio de los alimentos, por su escasez, continuará afectando a los más vulnerables, y mientras el potente rebrote del COVID en China siga afectando la economía global, al interrumpir las cadenas de suministro de una industria mundial interdependiente, la explosiva mezcla de recesión e inflación continuarán lastrando el crecimiento económico, dando lugar a un retroceso importante en las condiciones de vida de millones de personas, y en sus expectativas de vida.

Los fantasmas

Tras la desaparición de la URSS en 1992, el riesgo de la guerra nuclear experimentó una disminución importante, pues la Guerra Fría, el modus vivendi que encontraron las dos grandes potencias vencedoras en la II Guerra Mundial, Estados Unidos y la URSS, se volvió un “equilibrio del terror” que primó durante los casi 50 años transcurridos hasta el derrumbe soviético, basado en el espantoso concepto de la llamada “destrucción mutua asegurada” por la enorme cantidad de armas atómicas, y la diversidad de vectores para su lanzamiento desde bombarderos estratégicos, misiles intercontinentales basados en tierra o en submarinos, que daban a las dos potencias la capacidad de destruir, por radiación, a toda la vida humana sobre el planeta. El conflicto de Ucrania resucitó a ese fantasma, cuando el Kremlin declaró enfáticamente que ninguno de sus sistemas militares estaba descartado en Ucrania, amenazado directamente a la OTAN con el uso eventual de armas tácticas nucleares. Varias posteriores rectificaciones y aclaraciones, de poco han servido para que el fantasma vuelva a su tumba, y mucha tinta se ha vertido en referencia a la salud mental de Putin, llegado al caso de una gran derrota en Ucrania, que pudiera motivarlo a usar su arsenal nuclear.

Nuevos fantasmas

El año 2022 fue testigo del aparecimiento de nuevos fantasmas, en la forma de una gran cantidad de misiles de características muy variadas, lanzados por el dictador Kim Jong Un, tercero en la dinastía Kim, que gobierna Corea del Norte desde hace 70 años, hacia los mares cercanos a la península coreana, amenazando directamente a Corea del Sur y al Japón. Como era previsible, se desatará una carrera armamentística considerable en ambos países amenazados, que buscarán dotarse de medios disuasorios que vuelvan poco atractivo el chantaje nuclear de Corea del Norte. Para completar el escenario, el dotarse de los más modernos sistemas de armas, tanto convencionales como nucleares, le permitirá a Corea del Norte convertirse en el futuro cercano, en la segunda potencia militar del mundo. Sus amenazas sobre Taiwán, que puede ser próximamente objeto de un ataque militar para reincorporar la isla a China, sobre Japón, por unas islas en disputa, y sobre sus vecinos en el mar del sur de la China, en especial Vietnam y Filipinas, en forma alguna contribuyen a bajar las tensiones.

Un radical cambio

Tras la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, con el traumático bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, Japón estableció en su Constitución unas limitaciones severas a su fuerza armada, descartando el desarrollo o uso de armas ofensivas. Tales limitaciones han sido recientemente levantadas, ante las alarmas por las actividades coreanas y chinas.

Japón ha resuelto invertir al menos el 2% de su PIB en el desarrollo de equipos que le permitan disuadir a potenciales agresores. Eso convertirá al Japón en el tercer país de mayor gasto militar en el mundo. Al parecer, Corea del Sur va por el mismo camino, y la agresión rusa en Ucrania ha generado en la OTAN y en la UE, un sentido de alarma profundo ante la percepción de un renaciente imperialismo ruso, motivando a la inversión, de al menos el 2% del PIB en gasto de defensa.

El monto de dinero que al parecer será destinado a gasto militar es descomunal, pues representa al menos el 2% del PIB de las mayores economías del mundo, Estados Unidos, China, la UE, el Japón, Corea del Sur y Rusia, una cantidad inimaginable que se irá a un pozo sin fondo inútil. Una fracción de esa suma resolvería decisivamente el problema del hambre en el mundo, o podría ser la piedra angular de la lucha contra el cambio climático, la amenaza que se cierne de manera inminente sobre la humanidad toda.

El permitirnos caer en esta infame carrera de armas de destrucción, de cara a los dos imperativos señalados, es simplemente una obscenidad y un insulto a la inteligencia, y como es evidente, hacerles el juego a esos cuatro jinetes que tan alegremente recorren el mundo hoy.
En este último día de este 2022, es mejor que nos aferremos a las esperanzas por un mejor año, un 2023 que corrija el rumbo y enderece el curso de esta nave en la que todos viajamos. Con ese espíritu y ese anhelo, me permito desear a todos un feliz y próspero Año Nuevo, pródigo en salud y alegrías.

Dr. Alan Cathey