‘Íconos gastronómicos’, una propuesta de realce a la sazón y la tradición

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TRADICIÓN. La preparación de la tripa mishqui es una tradición de más de 40 años, que inició Rosa Martínez Guiracocha.

 Quién no ha degustado un corviche donde ‘Bartolo’, una picadita en ‘Romanita’ o una tripa mishqui en Aire Libre de Rosa Martínez Guiracocha, y sí, el sabor de cada uno de ellos son una locura, apetecidos por todos los esmeraldeños y que han logrado convertirse en ‘íconos gastronómicos’.

Así es denominado el proyecto que lleva adelante la empresa esmeraldeña de delivery Portear, que busca resaltar aquella sazón, tradición y esfuerzo de sus propietarios, que han alcanzado en muchos casos, sin publicidad o sin un letrero ganarse a sus comensales.

Erick Recalde, presidente de Portear, explica que la idea de realzar los establecimientos de comida en la ciudad, parte de una propuesta empresarial que busca enmarcar a esos dueños de negocio que no han impulsado sus ventas por la falta de una imagen corporativa, atrayendo a clientes asiduos como nuevos.

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Tras entablar conversaciones con los emprendedores de alimentos, se ha acordado un trabajo en conjunto, que parte desde el compromiso del dueño con el acondicionamiento del local, vestimenta y estos a la vez son beneficiados con la entrega de una publicidad y la integración a la aplicación de delivery para incrementar sus ventas.

El primer negocio favorecido fue el de tripa mishqui, cuya tradición por más de 40 años la inició Rosa Martínez Guiracocha, pero que hoy es atendido por cuatro de sus seis hijos, Nancy, Jenny, Maribel y Carlos Guanopatín Martínez.

Heredados de la tradición, mantienen intacta la receta, compran la tripa en el mercado, las tratan, las aliñan, las asan, las unen con mote, con tortillas de papa, ensalada y para los paladares más exquisitos fritan un huevo. (JSG)

Atienden desde las 15:00 y la ardua jornada culmina a las 19:00. Existen precios marcados de 3 o 4 dólares.