Crímenes  por doquier

MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ
MARÍA LUISA GÓMEZ DE LA TORRE GÓMEZ

Vivimos la época de sangre, como dice el dicho «todos los días no son Santa Lucía», si no es en la mañana, lo es en la tarde, en la noche o en la madrugada. Se tiñe de rojo la vida de los ecuatorianos por causas…desconocidas dicen… pero lo cierto es que alguna razón habrá para el crimen organizado. 

Desde que se dio franquicia a la droga no sólo que aparecieron tantos y tantos ricos y poderosos sino que por probarla se orilló la muerte brusca, desalmada, horripilante, a hurtadillas, a cualquier hora y en cualquier lugar. Lo que ciertas personas no saben o no quieren saber es que es peligroso jugar al gato y al ratón y, el tiempo lo ha dicho: la mafia no perdona, se entra con facilidad pero vaya usted a saber cómo sale y a qué hora sale.

Hay quienes disfrutan a millares surgir o a millares millón, gozan, viaja, tienen lujos, salen de la pobreza de la noche a la mañana pero no tienen seguridad, viven ansiosos de todo, de tener rápido lo que no tuvieron y así mismo se irán cuando menos lo esperen con atos y garabatos.

Muy cierto su relato mi querida y estimada María Luisa ¿Por qué lo (s) mataron? eran buenos pero bueno para nada; se esfumó pronto su presencia y a veces en compañía de la familia y amigos visitantes.

Diariamente abundan los hechos luctuosos por sangre a raja tabla, las noticias nos informan de la barbarie criminal que a veces queda impune y otras veces por suposiciones silenciosas queda en el silencio y el olvido. Nuestro terruño patrio clama por seguridad, investigación delictiva pero no hay respuesta certera, hay que cuidarse, saber escoger a los amigos, permanecer en casa, regresar temprano al hogar, indicar a dónde y con quién se sale, en qué medio de transporte va?

Se tiñen de rojo no sólo las vías carrozables, la vivienda, un sitio recreativo, lugar de comida y esparcimiento sano, las calles, lugares comerciales o familiares, se hacen notorias unas ciudades más que otras, en fin, la desgracia ronda las calles y aparentes seguridades. Señora, señor, ¿sabe usted con quién anda su familiar? ¿por qué viaja tanto? ¿de dónde sacó tanto dinero? ¿se sacó la lotería? ¿cuánto tiempo trabaja en qué y porqué? Sólo Dios sabe la verdad.