Vivir en Ecuador es cosa de valientes, aventureros o resignados. El porcentaje de la población a la cual ‘las cosas’ le resultan fáciles, que rueda en terreno plano o, en el mejor de los casos, cuesta abajo, es muy reducido.
Para la gran mayoría, aquellos que esperan en las filas de las dependencias públicas, que se registran para la vacuna y esperan pacientemente a que algún días les llegue, aquellos que para renovar un pasaporte se rehúsan a pagar a un tramitador que ha cooptado todos los turnos del Registro Civil, o peor, aquellos que no tienen ‘palanca’ para pagar una UCI, la vida resulta bastante cuesta arriba.
País hostil para hacer negocios es el nuestro. Quizá menos para los grandes que controlan su mercado y gozan de privilegios provistos por el tamaño y sofisticación de su estructura legal y corporativa, ni hablar de aquellos que apuestan por aportar en campaña o pagar sobornos como costo operativo para cosechar contratos públicos.
La cuesta arriba la sufre más el ciudadano que intenta hacer las cosas por la derecha. Según el índice ‘Doing Business’ (Haciendo negocios), Ecuador se ubicó en el puesto 129 de los 190 que midió el Banco Mundial en 2020.
Abrir un negocio en Ecuador toma el doble de tiempo que el promedio de América Latina. El peso tributario y la tramitología existen en función de un Estado que quiso solventar el desempleo engordando su burocracia y pagando sus sueldos. Y eso es lo que busca el candidato verde-naranja que se disputará la Presidencia el domingo.
El ingreso per cápita cayó 22% en 2020, y aunque 2021 promete mejoras, bien nos hará decidir si apoyamos un Estado que anhela engordar otra vez, o si al que le toca el turno es al pequeño y mediano empresario.
¿Sabremos apreciar lo suficiente el hecho de que los viejos no tienen apuro para nada?
Zoé Valdés (1959- )
Novelista y guionista cubana.
La verdad, pensó ella. Tan terrible como la muerte. Pero más difícil de encontrar.”
Philip K. Dick (1929-1982)
Escritor estadounidense, en ‘El hombre en el castillo’