Pocas veces Ecuador enfrentó tan alto y desesperanzador desempleo. Y aunque era un motor del empleo calificado y técnico, Quito presenta cifras más alarmantes que otras ciudades. El margen de maniobra es limitado y de él dependen 7 de cada 10 ecuatorianos que se baten entre la angustia y la esperanza.
Los trabajadores del Ecuador somos todos. Desde aquel 30% con empleo formal, hasta el joven que apuesta a la búsqueda por casi un año antes de engrosar las filas del subempleo. Somos las mujeres que proveemos cuidados a familiares o vecinos, un trabajo sin descanso ni paga que permite al resto salir a trabajar.
Somos quienes nos aferramos a ‘derechos adquiridos’, beneficios, sobresueldos y seguridad social, pero también aquellos dispuestos a trabajar por menos con tal de tener un sustento o renunciar a ciertos beneficios por arrimar el hombro y sacar un proyecto adelante, y aquellos que, sin más remedio, aceptamos ‘lo que hay’.
En los últimos 12 meses se gestó una realidad que superó con creces a toda ley y muchos países ajustaron sus normas para adaptarse.
En Ecuador, miles de empresas dejaron de operar, muchas agobiadas por el peso de un Estado que impone obligaciones sin tregua ni gracia, matando más de cien mil empleos. El miedo de caer en tal situación impide a muchos correr riesgos y empuja a otros a cerrar sus puertas. Prohibir que existan despidos es una falacia. Incentivos para hacer empresa y dotar a estas de herramientas que faciliten la contratación, es un camino que Ecuador debe emprender.
Reconstruir lo perdido conlleva sacrificios, pero el rédito de un país con oportunidades de avance y crecimiento para todo trabajador podría ser la maravillosa recompensa.
FRASES DEL DÍA
«La libertad política sin igualdad económica es una pretensión, un fraude, una mentira.
Mikhail Bakunin (1814-1876)
Fundador del anarquismo colectivo.
“La gente no trabaja sólo por dinero, si se quiere motivar el dinero no es la herramienta más eficaz.”
Akio Morita (1921-1999)
Empresario japonés, fundador de Sony.