Negocios pendientes

En materia macroeconómica, el gobierno de Guillermo Lasso hizo del 2022 un año estable, correcto y fructífero —algo que el país no veía hace más de una década—. Bajo el concepto de ‘la casa en orden’, tuvo éxito al momento de reducir el déficit fiscal, alejar la posibilidad de una crisis de deuda, mantener cerca a los multilaterales, evitar la inflación y dejar sentada una balanza comercial sana. Sin embargo, la obsesión por el orden no puede ser excusa para posponer indefinidamente el crecimiento económico que el país tan urgentemente reclama. Hay una serie de medidas pendientes —que no requieren grandes reformas institucionales ni nueva infraestructura, sino apenas decisión política— que pueden traer beneficios para el país el próximo año.

  • Ecuador necesita decidir qué hacer con su gigantesco potencial minero. Las inversiones continúan creciendo —aunque menos de lo esperado—, pero sigue pendiente el catastro, una política pública de control de la minería ilegal y, sobre todo, una agenda minera —con actores e intereses transparentes, y disposiciones claras—. Lo mismo sucede en el sector petrolero. ¿Apostará el país al saneamiento y crecimiento de Petroecuador? ¿Qué se hará con Sacha y con los bloques que ahora se revierten al Estado? ¿Se privilegiará al sector privado? ¿O se optará, conscientemente, por el fin paulatino de la era petrolera del país? Persiste también la incógnita sobre los acuerdos comerciales y la necesidad —moral y económica— de vender el Banco del Pacífico. Sí hay margen de maniobra; ojalá en el próximo año se lo logre aprovechar.