Se acerca el día de la definición. Veamos las opciones. En 2017, el voto casi mayoritario, no fue para Lasso como persona, sino para el anti correísmo. Y esta vez será un mix a capturar, los anti correístas, y quienes creyeron en Pérez, Hervas, y otros, no forzosamente anti correístas. Ellos creen más en luchas, principios, en una nueva óptica de hacer política. Centro, al que tendrá que convencer que él es más auténtico.
Pensar que ese casi 68% que no votó por Correa, ahora sufragarán por él, es un error, Arauz aún lidera las encuestas. Lasso para crecer, tiene que desmarcarse ya de su estigma de banquero. Muchos piensan que sus exorbitantes ganancias, impiden el éxito de los emprendimientos que generan empleo.
El productor agrícola, aún es incrédulo que su plan de desarrollo se convierta en realidad. Ya fuimos engañados con La Gran Minga Agropecuaria. Su propuesta debe ser mejorada, más creíble. Y a pesar de sus decires, aún no escucha aportes por fuera de su entorno.
Arauz intenta alejarse de su mentor; pero cuenta con su voto duro, es decir, la obesa burocracia; la inmensa masa de personas ávidas de bonos y ayudas estatales, sin importarles de donde provengan esos recursos. A los que podría sumarse, los jóvenes incautos y soñadores que carecen de memoria política, o sea, un importante 40% de los sufragantes aun indecisos; Centenials y Milenials, a los que ambas candidaturas intentan llegar.
Su propuesta de tomar dineros ajenos para regalar y pagar deudas con papeles, desdicen de su formación académica. Su plan de reactivación no se ve sustentable en el tiempo. No se le escucha ofrecer acabar con la división del país heredada, que genera un resquebrajamiento del tejido social preocupante. Hoy se siente desconfianza y desunión. Tiene además que aclarar su posición sobre la peligrosa Ley de Herencia y Plusvalía; su posición ante los Carteles mexicanos; y si aceptaría el retorno del equipo correísta auto exiliado en México, para volverle a meter la mano a la justicia.
Ambos tienen aún que aclarar varios puntos.