Formalización y escala: lo que buscan los inversionistas

El aislacionista marco legal que rige nuestra economía nos induce muchas veces a olvidar la inmensa cantidad de inversionistas en busca de proyectos que existen en el mundo. Y la debilidad del emprendimiento ecuatoriano aún es la falta de capital, mientras la inversión extranjera en el país se mantiene sumamente baja —menos de $800 millones el año pasado, menos del 1% del PIB—. En contraste, según las cifras oficiales, la inversión extranjera directa en el mundo supera los $1200 millones –más de doce economías ecuatorianas— y solo el capital de riesgo rebasa los $500 mil millones. ¿Qué necesita Ecuador para acceder a una fracción de toda esa riqueza?

Parte de la solución recae sobre los propios emprendedores. Aunque existen nuevas iniciativas, como la Asociación Ecuatoriana de Capital Privado, que engloba a diferentes organizaciones, poco se puede hacer si no existe un cambio en la forma tradicional de operar. Paradójicamente, la misma tendencia a la informalidad que permite a los emprendedores sobrevivir en un medio hostil, se vuelve el principal obstáculo al momento de recabar capital de inversión. También es necesario desprenderse del interés por los diminutos nichos del mercado local e idear modelos escalables que permitan enfocarse en el mercado global, exponencialmente más rentable.

Si bien el Estado también tiene reformas pendientes, por el momento, un cambio de mentalidad de las emprendedoras locales —dejar de pensar como sobrevivientes y empezar a vislumbrar iniciativas globales— abriría la puerta a oportunidades gigantescas.