Evaluación de alumnos, por los suelos

Los resultados de la prueba Ser Estudiante caen como un balde de agua fría sobre la educación ecuatoriana. Duele aceptar que, en promedio, los 4,5 millones de estudiantes del país exhiben un nivel inferior al mínimo satisfactorio en materias fundamentales.

Los establecimientos con los peores resultados son los fiscales, los más necesarios para romper el círculo vicioso de la pobreza. Mientras más jóvenes los estudiantes, más bajos los puntajes; esto invita a pensar que, de seguir las cosas así, el futuro será aun más desolador. Además, los exámenes evalúan conocimientos tradicionales y la burda memoria, en función de un curriculum desactualizado; si se analizaran habilidades y destrezas más adecuadas a las necesidades de hoy, el diagnóstico se agravaría.

Este es el alarmante resultado que deja la evaluación de los estudiantes. Todavía está pendiente una evaluación igualmente rigurosa y transparente de los docentes, algo a lo que los gremios todavía se resisten.

Con estos resultados sobre la mesa, vale recordar que la educación sigue siendo el principal rubro de gasto del presupuesto nacional. Solo para este año, en medio de toda la crisis, se ha aumentado más de 600 millones de dólares, para un total de más de $4.600 millones. En un conversatorio de exministros de Educación liderado esta semana por fundación Fidal, se reiteró los culpables: tiempo, recursos, capacitación. Los exministros tienen el mérito -no menor- de haber evitado que se desarme el sistema y cumpla con las formalidades burocráticas que nos hacen creer que tenemos un país ‘educado’, cuando lo que tenemos, apenas, es un país alfabetizado.

Tras el debate, se concluyó lo que todos sabemos pero nadie quiere afrontar: falta voluntad política para hacer de la educación, una herramienta de desarrollo. Hace casi cuatro décadas que un presidente no hace de la educación su bandera; es una plataforma poco atractiva en lo electoral, pues los frutos se cosechan en el largo plazo.
El resto es, aún, una deuda con nuestro propio futuro.