La protección de los páramos puede ser rentable para las comunidades y el Estado

HECHO. La riqueza natural de Ecuador es un activo que puede convertirse en una fuente de rentabilidad.
HECHO. La riqueza natural de Ecuador es un activo que puede convertirse en una fuente de rentabilidad.

A través de los diálogos hexagonales, ha nacido un proyecto en el que el cuidado del páramo hace que todos ganen. Se resuelve el problema de falta de recursos y se rompen esquemas.

La crisis fiscal, con un Estado sin recursos, ha provocado situaciones límites como los pagos atrasados que se acumulan durante meses en programas sociales como el desayuno escolar.

Esto afecta a empresas ancla como El Ordeño, pero sobre todo a las comunidades como las del pueblo Cayambe, que se han unido en centros de acopio, viven de la leche y proveen al Estado.

Ante esta situación, se tenía que buscar una forma propositiva y creativa de romper el conflicto y evitar el malestar.

Según Roberto Salazar, CEO del Grupo Hexagonal, la mejor forma de resolver el conflicto es con inversión, que es la gasolina para que fluya el diálogo, los acuerdos y se llegue al objetivo de generar crecimiento y empleo.

A través de sentar en una misma mesa a comunidades, sector privado, sector público, oenegés, academia e inversionistas, aplicando el sistema de diálogos hexagonales, se llegó a una idea para que todos ganen: cuidar los páramos, generar rentabilidad con bonos de carbono y dar recursos tanto al Estado como a las comunidades.

Así nació el proyecto Sierra que, partiendo de la falta de pago en el programa de desayuno escolar, ahora está en la fase de preinversión para transformar inicialmente a la comunidad Cayambe mediante una iniciativa rentable de financiamiento climático.

Trabajar juntos para ganar todos, sin privatizar

“No es que te estoy pidiendo que me des lo que me debes porque te pongo un garrote, sino que decimos vamos a trabajar juntos porque esto te va a dar recursos para poder pagar lo que debes. Así es como debería funcionar la economía. El Estado recibe del crecimiento de la inversión y también por su participación. No es un modelo privatizador, sino un acuerdo entre lo público, lo privado y lo comunitario para hacer una inversión en donde todos ganan”, recalcó Salazar.

Sentando a todos en una misma mesa, durante talleres de cuatro horas una vez a la semana por dos meses, se llegó al acuerdo de que el cuidado de los páramos y su valoración a través del mercado de carbono es la mejor solución al conflicto económico y social.

Basado en el trabajo que se hizo entre el pueblo Cayambe y el Ministerio de Ambiente, los diálogos arrojaron que se debe partir con 50.000 hectáreas.

“Originalmente habíamos pensado en 15.000 hectáreas para ser conservadores y teníamos 32% de TIR o tasa interna de retorno. Con 50.000 hectáreas, esto va aumentando porque el TIR es muy sensible al hectareaje”, explicó Salazar

Las 50.000 hectáreas son solo del pueblo Cayambe; pero el pueblo Quitu Cara de Carchi, Azuay, Cotopaxi, Tungurahua está mirando e interesado.

“Este proyecto puede darle mucho más de los $20 millones a $40 millones anuales que hemos establecido inicialmente para el Ministerio de Finanzas y puede realmente resolver en buena parte los problemas de pago del desayuno escolar”, añadió.

Pero, incluso más importante, puede ofrecerles a los jóvenes incentivos para quedarse en el campo.

Salazar explicó que la expectativa de ingreso de un joven Cayambe por la leche son $100 al mes. Con eso, básicamente ninguno se va a quedar trabajando.

El objetivo es retener a los jóvenes. Ofrecerles elevar la rentabilidad y la productividad, pero también generar para ellos un pago como guardianes de los páramos. A eso también se suman temas como la cría de cuyes.

Así, a los $100 iniciales se van sumando más ingresos hasta completar $300 o $400 adicionales.

“Vas generando unos ingresos y un atractivo con el cual los jóvenes después pueden montar otros proyectos y les haces sentir competitivos en el mercado de trabajo. Con eso, además, te aseguras de que, por temas de pobreza, los jóvenes no vayan a alimentar las filas de la delincuencia o del terrorismo”, apuntó Salazar.

Proyecto Sierra está en fase de preinversión

Salazar se entusiasma cuando recuerda que inversionistas internacionales e incluso técnicos de organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han quedado impresionados por el proyecto.

“Llegamos al acuerdo técnico, y después en la mesa de diálogo, de poner 3,50 dólares por tonelada al año de carbono. Ese es el pago por recibir por mantener el páramo y el carbono almacenado en él sin ningún daño”, dijo.

Luego de los acuerdos, a través del diálogo hexagonal, donde se estableció el proyecto, ahora viene la fase de preinversión de $1’100.000.

“Tanto en el grupo de diálogo como en el grupo técnico, se estableció que se necesita un 1’100.000 dólares para poder hacer los estudios, las pruebas de terreno y todos los elementos que permitan certificar los bonos de carbono que en su momento se identificaron como la solución financiera al problema”, afirmó Salazar

Uno de los mayores requisitos que te pide el mercado es efectivamente que se tenga una certificación. Para eso se necesita una universidad de prestigio como Oxford o una auditora internacional. A este fin se va parte de los $1,1 millones de preinversión

Salazar recordó que no hay tanta experiencia mundial porque el tema de los sistemas de páramos es muy andino. “Son bonos nuevos. De hecho, una de las empresas inversionista con las que nos contactamos le parecía fascinante, pero ellos no pudieron hacer la preinversión porque es un tema nuevo”, acotó.

De esa fase se pasa a la inversión de $4,8 millones que se necesita para entrar en el mercado con los bonos certificados. Esos $4,8 millones sería el capital de trabajo para implementar todo lo acordado

“La inversión lo que te ayuda es a mantener pagados a quienes van a cuidar los páramos y a evitar que, por la desesperación para obtener rentas, se empiecen a subir con las vacas más arriba en el páramo y empiecen a dañar “, recalcó Salazar. (JS)

En los diálogos hexagonales, que dieron como fruto la combinación de cuidado de los páramos y bonos de carbono, participaron: comunidades, El Ordeño, varias cámaras empresariales, oenegés, inversionistas, ministerios y delegados públicos, entre otros.

¿Cómo funcionan los bonos de carbono para proyectos de conservación ambiental?

1 Medición de la cantidad de carbono almacenado

Primero, se realiza un inventario detallado para medir la cantidad de carbono almacenado en el bosque o páramo. Esto implica calcular la cantidad de carbono que se encuentra en la biomasa de los árboles, en el suelo y en otros componentes del ecosistema.

2. Establecimiento de una línea base

Se establece una línea base que representa la cantidad de carbono que se espera que el bosque o páramo arroje a la atmósfera si no se implementa el proyecto de conservación; es decir, sería el costo de oportunidad de no conservar el páramo. Esta línea base sirve como referencia para medir la reducción de emisiones.

3. Implementación de prácticas de conservación

Se implementan prácticas de conservación que ayudan a mantener o aumentar la cantidad de carbono almacenado en el ecosistema. Esto puede incluir la protección contra la deforestación, la restauración de áreas degradadas, la implementación de prácticas forestales sostenibles y la promoción de actividades económicas que no impliquen la pérdida de cobertura arbórea. Con la tecnología y condiciones actuales, la única forma de conservar la capacidad de los páramos de captar y almacenar carbono de la atmósfera (que es uno de los principales contribuyentes al calentamiento global), es evitar que se los use para agricultura o ganadería. Sin embargo, al pertenecer al pueblo Cayambe, estos territorios podrían ser utilizados por ellos para obtener réditos económicos. Este proyecto pretende generar recursos para la comunidad a cambio de que no avancen sobre los páramos con sus cultivos o animales de pastoreo.

4. Verificación y certificación

Un organismo independiente verifica que las prácticas de conservación se lleven a cabo según lo previsto y que se esté logrando la conservación del carbono. Una vez verificado, el proyecto recibe una certificación que confirma su contribución a la reducción de emisiones de carbono a nivel mundial.

5 .Generación de créditos de carbono

Con la certificación en mano, el proyecto puede generar créditos o bonos de carbono equivalentes a la cantidad de carbono que se ha conservado o almacenado por encima de la línea base. Cada crédito de carbono representa una tonelada métrica de dióxido de carbono (CO2) que ya no se emite a la atmósfera debido a la conservación del bosque o páramo. El precio que tendrá cada bono se determina no solo por la cantidad de carbono que represente cada hectárea de páramo, sino que también por la credibilidad del proyecto y el impacto que este tendrá en las comunidades.

6 .Venta de créditos o bonos de carbono

Los créditos de carbono pueden ser vendidos en mercados de carbono a compradores interesados, como empresas que buscan compensar sus propias emisiones de carbono. El dinero obtenido de la venta de créditos o bonos de carbono puede ser utilizado para financiar la continuación del proyecto de conservación, mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales y promover el desarrollo sostenible.

7. Un fideicomiso independiente asegurará el impacto

Para garantizar el destino de los fondos y contribuir a la reputación de los bonos del proyecto Sierra, los inversionistas y quienes aportan sus activos, recursos y tiempo, definirán las instrucciones sobre el fideicomiso que se genere para recibir los fondos provenientes de la venta de estos bonos a nivel internacional. Entre estos se incluyen el pueblo Cayambe, como propietarios de la tierra; la empresa ancla que aporte para la preinversión, en este caso, El Ordeño); el Estado, con el Ministerio de Economía, como ente rector; y los inversionistas privados. El fideicomiso será irrevocable y administrado por un tercero independiente, que garantice que el destino de los fondos se utilice para lo que determinen estos actores, que podrá ser proyectos de inversión social como educación e innovación, e infraestructura para el desarrollo local. De esto dependerá el impacto del proyecto, y así también, el precio del bono Sierra que se emita en los mercados internacionales de carbono.

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