El voto nulo y el ausentismo

Jaime López Freire

Para cumplir con la votación del 15 de octubre, los ecuatorianos debemos reflexionar conscientemente y evitar la equivocación que ha sido el denominador común en tantos procesos de la vida republicana. Empezando por estar de acuerdo en que los errores que se cometieron integrando la sociedad debidamente organizada, bajo el imperio de la Ley, causaron tantos problemas, víctimas inocentes, dictaduras, asesinatos a mansalva, como el de Fernando Villavicencio, que han impedido que lo que los ancestros imaginaron en la construcción de nuestro futuro, se haya sepultado en el desván de una colosal caja de pandora. Y que irresponsablemente pocos se han sentido culpables, porque nuestro lenguaje les ha  permitido forrarse de axiomas, supuestamente seguir  siendo ecuatorianos y fomentar la emigración, optando  por el coyoterismo y la usura criminal. Desde luego artistas en disimular, cuando se trata de rasgarse las vestiduras y culpar a los que ellos mismos eligieron en las urnas, de las dificultades económicas que se vuelven pandemias en el país, convertidos en politólogos, referentes, protagonistas de entrevistas, directores de partidos políticos que consideran a sus miembros como mercancía para ofrecer al mejor postor. Y cuando piensan que se puede eludir responsabilidades, que involucra un ejercicio político honesto, entonces hay que dar un paso al costado y promover el voto nulo y el ausentismo. La ideología la mandan al carajo, las condiciones y capacidades de los candidatos tampoco les sirven para evaluar sus  méritos, sobre todo porque ninguno de ellos están de acuerdo con sus  objetivos e intereses personales, ninguno les ha ofrecido los Ministerios, Direcciones, en donde está la corrupción enquistada. Entonces todavía es tiempo para combatir lo que significa el voto nulo en las urnas. La responsabilidad que tenemos con las generaciones posteriores, millennials y también los centennials, nos obliga a ser responsables con nuestro futuro, a sentirnos ciudadanos de una democracia a la que debemos salvarla porque está  agonizando, muchos de los que promueven el voto nulo , dicen que ha muerto, no hay que rodearse de cadáveres insepultos que lo   que persiguen es odiar el ejercicio político y  no hay que arrepentirse si es que  nuestro voto, proclamados los resultados, no fue  para el vencedor. Hay que apoyar al elegido y  combatir sus errores Nuestra vida no debe cubrirse de nulidades, tampoco de indiferencias, nuestros progenitores jamás perdonarían este modo de ser ciudadanos de un País al que tanto amaron.