Anti vacunas

Matías Dávila

Hay muchas personas que están en contra de la obligatoriedad de la vacunación. Y es que por más alcaldesa de Guayaquil que uno sea, no se nos puede obligar, amedrentar ni negar el acceso a servicios públicos a quienes hayamos decidido no vacunarnos por la razón que sea. Nos amparan tratados como el de Núremberg de 1947 que dice que nadie puede obligarnos a seguir un tratamiento ni a meter nada en nuestro cuerpo que nosotros previamente no autoricemos. O el tratado de Bioética del 2005 que va más allá y dice que esto es sin perjuicio para la persona que se niega. Es decir que nadie puede discriminarnos por esta decisión.

Pero, ¿por qué una persona podría negarse a ser vacunado? Tal vez por declaraciones, y solo cito una por motivos de espacio, como la de Robert Malone, el creador de la tecnología del ARNm con la que trabajan algunas vacunas. Dijo a The Nation Speaks que cree que se cruzaron las líneas éticas en la forma en que estas vacunas se anuncian o se imponen. Dijo también que advirtió a la FDA en relación a incalculables efectos secundarios y riesgos de estas terapias genéticas.

Y qué decir de la aparición de más casos de miocarditis en varones vacunados de entre 12 y 24 años. ¿Ya vacunó a su hijo?

El 4 de julio empezó en Alemania el juicio por crímenes de lesa humanidad en contra de los CDC y la OMS encabezado por Reiner Fuellmich un jurisconsulto que representa a más de mil abogados y diez mil expertos médicos. De hecho el 13 de julio Alemania declaró que en su territorio no será obligatoria la vacunación.

Leí un tuit que decía que a los que decidamos no vacunarnos debería exigírsenos el pago de nuestros tratamientos médicos en los hospitales públicos. Yo aplaudo y además digo, ¿Y a los diabéticos o enfermos del corazón que hayan abusado voluntariamente de azúcares, grasas y harinas blancas?, ¿O accidentados por consumo voluntario de alcohol? ¿O esto no aplica por la moda de la coyuntura? Hablémoslo con más razones y menos pasiones.