El Quijote en sus delirios, continuamente le ofrecía varios cargos a su fiel amigo Sancho Panza, sería el próximo “Gobernador” del reino que conquistasen, tendría un título nobiliario de “Conde” o “Marqués”, cuando tomen nuevas tierras. Sancho que le conocía y que “no comía cuentos”, siempre le contestaba que él prefería un trabajo fijo con salario justo y no un simple “ofrecimiento de campaña”, tampoco quería un título nobiliario porque eso no le sirve para comer.
Lo que no nos dijo Miguel de Cervantes en su célebre obra, es como terminó la relación laboral del Quijote con Sancho Panza, aunque la imaginamos. Ahora estas parábolas nos sirven para meditar la eterna historia del “yo te ofrezco, … busca quien te dé”.
En las últimas elecciones, todos los aspirantes a la presidencia, ofrecieron trabajo, otros además regalar inmediatamente mil dólares y exportar el oro de los celulares, otros un reencuentro con “los mismos de siempre” y no faltó quién exportaría “agua virtual” que será escasa luego de la tercera guerra mundial… Y la gente prefiere, (al igual que Sancho), trabajo estable, celulares para estar comunicados, reencontrarse con sus verdaderos amigos y tomar agua pura sin que existan guerras.
Otro muy suelto de lengua dijo que la delincuencia está en las casas y Sancho y el pueblo, al regresar a casa, sin dinero ni celular que le robaron en la calle porque la inseguridad continúa, comprueban que en sus casas no hay ladrones, que muchos de ellos estaban de candidatos.
Hasta cuando se entiende que el pueblo y Sancho Panza quieren lo mismo, trabajo, seguridad, educación y salud de calidad; el resto, los títulos rimbombantes, los doctorados “honoris causa risa”, o el sentirse superiores jugando a príncipes y princesas, al pueblo no le interesa porque con eso no se come.
Es tiempo de menos promesas y más eficiencia, menos figureteo y más congruencia. Un diagnóstico sin tratamiento no sirve, porque “con la cuchara que elijas, con esa comerás” y el pueblo y Sancho tienen razón.