Reflexiones

Jaime López

Que motivadas por las imposiciones de los aniversarios, surgen del fondo mismo de ese órgano rector y receptor, al que la medicina bautizó con el nombre de corazón, para algo decir de la compañera de la vida nuestra, de aquella que la vamos fatigando y recobrando a medida que el calendario impone sus inevitables rigores. No es preciso recalar en lo común y vulgar para reflexionar como se debe cuando, junto al inmenso poeta, nos decimos que caminante no hay camino,  se hace camino al andar, si al lado está la ternura vestida o desvestida – que es mejor – de la que llamamos mujer, diseñando sus propósitos y  oponiendo sus aciertos a las equivocaciones que con frecuencia – que es mucha- cubren los instintos masculinos  que persiguen adornar historias, porque además se sabe que la historia la escriben los ganadores, para que el protagonista no tenga si no un solo sexo. Las eras cambian y  los siglos escriben los guiones de la comedia existencial,  que se desarrolla en meridianos y latitudes de un mundo cada vez más pequeño porque la tecnología así lo dispone  y exige que sus actores desempeñen sus obligaciones como hay que hacerlo, porque a lo peor  el fantasma de la guerra o el desate de la pandemia, no acepta que un determinado grupo de seres  fabrique soluciones, si no que sean todos los que se involucren en la administración de los recursos para ganar batallas. Así que resulta algo sin sentido recabar adjetivos para decorar frases que adornen los pasteles,  para  festejar a la mujer en un día, mejor resulta reflexionar si   es que se nos está pasando por alto el convencimiento de que sin ellas no estamos libres de las fobias y que persistimos en que lo masculino basta y sobra para simular que así mismo somos, hasta que recibimos el castigo que solo ellas elaboran,  por supuesto libre de la estúpida violencia física. Todos los días las damas tienen su atelier ubicado junto al nuestro. No es así, dirán algunos, entonces empaquemos lo que nos queda, porque acá estamos sobrando.