Los vices ¿para qué?

Cecilia Chacón Castillo
Cecilia Chacón Castillo

A pocas semanas de elegir el binomio presidencial, las organizaciones no gubernamentales, las multilaterales, y los mismos funcionarios de carrera del Ministerio de Relaciones Exteriores deben estar haciendo los análisis de cómo nos iría con tal o cual binomio. Todo esto en los pasillos, nada público. Una de las preguntas es qué va a pasar con todos los programas sociales y económicos a los que se adscribe el Ecuador como parte de la mitigación a las inequidades y cómo se verá el Ecuador en las grandes cumbres mundiales.

Se deben estar jalando, por decir lo menos, los pelos. Considerando que el lenguaje modo experto de los candidatos vicepresidenciales redunda en contradicciones éticas, desubicación, falta de sentido común. Escuchamos en redes hablar a uno de los candidatos a vices que el riesgo país bajó después del asesinato de Fernando Villavicencio y con ello, los argumentos más inverosímiles. Pasamos a las declaraciones de la candidata a vice que explica con gran prosa sobre la negación de la violencia de género con argumentos, seguramente, fruto de sus estudios profundos o explicar que la pobreza existe porque los pobres quieren ser pobres. O sobre el acceso a las universidades o sobre la ecua-dolarización.

Claro, lo que pasa, es que ellos se expresan bien, pero el ciudadano es el que no entiende. Ellos explican con naturalidad y sabiduría sus hallazgos sociales que son los demás que malinterpretan sus palabras.

Todas estas declaraciones deben asustar a los organismos internacionales y a los relatores del Alto Comisionado de las Naciones Unidas. Dentro de sus planes de nuevos acuerdos, seguimiento de compromisos, notas país y demás instrumentos de atención ya debe estar como punto uno: acercamientos para desasnarlos de tanta atrocidad verbal, reflejando que su trabajo por la política social con énfasis a grupos de prioritaria atención, educación, salud, embarazo adolescente, reducción de las violencias basada en género será lo que predican. Un absoluto desastre.