Los trolls center electorales

Giuseppe Cabrera

La democracia requiere aceptar reglas preestablecidas no escritas, que permiten a los adversarios políticos mantener discrepancias de altura y bajo los límites de la ética y el reconocimiento mutuo.

Una sociedad que cultiva relaciones amigo-enemigo, pierde su sentido social, que es precisamente ser el espacio de lo diverso y plural. No hay pluralismo, en quienes piensan igual, pero, viven distinto, el pluralismo está en quienes conviven con distintos, quienes ven el mundo de forma diferente a la nuestra, cruzados por sus propias experiencias culturales, religiosas o militantes.

En ese sentido, no todo se vale en política y menos en momentos electorales. Respetar al otro, sin renunciar a discusiones acaloradas y apasionadas es fundamental en política, la victoria electoral es el premio buscado, no el encarcelamiento, exilio u ostracismo del adversario.

Entre esas reglas no escritas, debería constar una grande y clara: no se permiten los trolls center.

Usar para deslegitimar o como fuerza de choque a los troll o páginas de memes, es de una bajeza sin nombre.

En el momento de espectacularización de la sociedad actual, gana el que genera más reacciones y, hacerlo a través de un meme o publicación de 140 caracteres es más sencillo, que con un argumento formado y bien estructurado.

Estas páginas y trolls, desvirtúan la democracia, la simplifican a niveles sosos.

Me rehúso a creer que la política y la democracia tengan que estar obligadas a enmarcar sus discusiones en estos nuevos paradigmas y, nunca los recomendaría como estrategia de campaña. Pero, esto es lo que pasa cuando el marketing político invade la arena electoral: el empaque está por encima del contenido.

Y aunque mis esperanzas caerán en saco roto, sigo siendo creyente de que en cierto momento aceptaremos estas cosas como verdades irrefutables.

Mientras tanto, prepárense para ver desplegado el circo de memes, trolls center, páginas falsas, fake news y todo arsenal bajo, viralizable en redes sociales, que puedan imaginarse, tirando lodo con ventilar a todos los candidatos, mientras tanto, ese ruido seguirá manteniendo ese letargo que nos impide elegir con sensatez a nuestras próximas autoridades.