Victoria Ramón
En los últimos días estamos viendo cómo el país se ha visto desprotegido desde lo violento e inseguro hasta verse afectado por graves desastres naturales que han perjudicado por igual a ciudades hermanas y la escasa infraestructura vial que disponemos; ocasionando en todos los casos, verdaderas tragedias humanas, que esconden nuestra realidad nacional.
Lo preocupante de la situación ha sido constatar que para ningún evento adverso contamos con adecuados instrumentos de asistencia, que nos permita prever, peor mitigar, estos cueles azotes de la naturaleza y el lacerante entorno social.
De un lado, desconocer que el origen de la violencia e inseguridad que nos asola, se debe a los graves problemas sociales y económicos que mantenemos como comunidad, no hace más que volver simplistas e insuficientes las medidas hasta ahora tomadas y aplacar momentáneamente el clamor del país.
De otra parte, no haber previsto los desastres naturales que se veían venir, producto de los grandes cambios que está sufriendo el planeta y los irracionales planes de explotación que aparecen por doquier, desnuda el ineficiente sistema de gestión de riesgos que contamos y el deterioro ambiental que pagarán las próximas generaciones.
Seamos claros, sin ser pesimistas, de seguir así, lo que estamos padeciendo ahora, no será más que el inicio de un sinnúmero de tragedias por llegar, para, las cuales, desgraciadamente no estamos preparados como sociedad organizada. Es hora de plantear soluciones reales, perdurables en el tiempo, que vayan más allá de discursos vacíos y copias mal habidas de experimentos realizados en otras latitudes.