María Fernanda Idrobo Flores
De acuerdo al caso recientemente ocurrido que ha causado conmoción social, se mencionará puntualmente al femicidio, que avergüenza a una sociedad machista, permisiva y contemplativa ante la violencia. Estos casos, son alarmantes a las circunstancias que viven muchas mujeres. La violencia respira en todos los sectores de la sociedad, en todo el mundo hay víctimas de la violencia de género, la cual puede ser psicológica, física, verbal, económica, patrimonial.
Todo esto, es un tema de preocupación mundial y actualmente un problema que afecta a las sociedades, vulnerando los derechos fundamentales puntualmente de las mujeres, atentando contra sus vidas e impidiendo el desarrollo de una sociedad inclusiva y democrática. La violencia ejercida es un problema que obedece a estructuras jerárquicas patriarcales, aquellas que producen una cultura donde el género femenino es visto como objeto desechable. Estas violencias no son exclusivas de ningún sistema político o económico, lamentablemente, se dan en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura y a ello que las estructuras de poderes del Estado se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia, impidiendo que ejerciten sus derechos con plena libertad y seguridad.
Información de la OMS reveló que América Latina es la segunda región con los índices más altos de muertes de mujeres por violencia (en el espacio rural y urbano). Esto permite evidenciar la magnitud de violencia y presentarla como un grave y creciente problema social que urge atender. También permite especificar las causas estructurales e históricas a las que responden este tipo de delitos, alejándonos de generalizaciones que tienden a estereotipar y crear mitos alrededor del comportamiento femenino.
De forma sencilla, cuando cualquier mujer pueda salir de casa con la tranquilidad de saber que regresará a salvo, solo en ese momento hablaremos de igualdad.