Kaviedazo

Álvaro Peña
Álvaro Peña

Siempre predomina el sentimentalismo. Infortunadamente, nuestra cultura y sociedad es así. Llevados por un acto emocional y sentimental nos convertimos en jueces y condenamos la conducta ajena. Recordamos con nostalgia la época de gloria de los deportistas que nos dieron mucha alegría, al menos en el ámbito futbolístico, e intentamos disimuladamente justificar los actos. Aducimos que, fue un gran tiempo, sí, pero también fue otra coyuntura y por supuesto, otros intereses.

Escandalizados, y lo digo así, porque en los medios no se hace más que echar tierra al caído, por lo sucedido con Iván Kaviedes en días anteriores. Esto no es más que un pequeño, pero gran signo de cómo está la sociedad. Situaciones como esas pasan a diario en todas las esferas sociales, solo que está vez fue con un exjugador famoso, y por eso es que se hizo novedad y se ha emitido todo tipo de juicios y alabanzas.

Veía los pronunciamientos de los expertos deportivos (por supuesto con foto incluida del implicado) y rasgándose las vestiduras condenaban lo sucedido, sobre todo por el accionar de la policía. Ellos, hicieron lo que debieron hacer, claro está la forma quizá no fue la adecuada, pero, ¿cómo actuar con una persona que está en estado etílico e irrumpe el orden público? Como está establecido en las normas. Solicitar ayuda a los organismos deportivos, compañeros de cancha y aficionados, para intervenirlo, es inútil. Primero, porque al parecer, él no tiene voluntad de hacerlo y segundo, porque no conocemos su historia. 

Es necesario ahondar este tipo de problemas, pero como una política pública, que oriente, capacite, disponga y prevea de los recursos y acciones desde las bases sociales y deportivas, para que, destacados deportistas como él, tengan donde arrimarse. Mañana podemos ser uno de nosotros y seguro no será tan novedoso.