De gerentes a gobernantes

Giuseppe Cabrera

No es lo mismo ser gerente de una empresa que Alcalde de una ciudad, los funcionarios públicos trabajan para el Estado, para el sector público, no para quien presida la administración y sus deberes y obligaciones se procesan por entes de control, como las unidades de talento humano y proceso disciplinarios ante el Ministerio de Trabajo, no son empleados del Alcalde, Prefecto o Presidente, por más que estos se obnubilen con el poder y quieran desecharlos y mandar sobre ellos.

Así también, los servicios que de contraten para uso de la administración se pasan con los dineros públicos asignados en sus cuentas y jamás se pueden pagar con dineros privados, pues de no ser así, incluso se configuran delitos penales, nadie puede pagar desde una empresa, la que sea, un servicio o diseño para una institución pública.

Y las empresas públicas no generan utilidades, sino que sirven a un fin social, especialmente cuando su objeto no es la rentabilidad neta, como en el caso de telefónicas o empresas de aviación, si han sido creadas para la gestión de desechos, la recolección de basura o la provisión de agua o electricidad, cumplen al brindar un servicio eficiente, tienen que tener la sostenibilidad financiera suficiente para financiar sus operaciones y con eso, funcionan bien, su objeto no es generar réditos económicos, sino garantizar la provisión de servicios.

No es lo mismo ser Alcalde que gerente, eso, ya lo descubrió el Presidente Lasso, que con o sin Asamblea es incapaz de hacerle frente a los grandes problemas del país y, lo mismo les puede pasar a alcaldes y prefectos, que no vienen de una carrera política, sino de experiencias empresariales, que no dejan en sus casos sus intereses y vínculos empresariales una vez que ganan el cargo.

No se administra un país o una ciudad con los directores empresariales que administraste tu negocio, ni tampoco se ejecuta el presupuesto girando un cheque.

Evitar los conflictos de interés y los gastos cruzados es crucial para una democracia sólida y una buena administración, lo contrario solo genera círculos viciosos peligrosos entre sectores público y privado.