Iván Paredes V.
De manera sensata, juiciosa y madura, la población ecuatoriana ha decidido que el señor Daniel Noboa Azín, sea el nuevo Presidente Constitucional del Ecuador, tal vez, es un período corto, pero que genera un cambio radical, tanto para la historia del país, como para el proceso político muy deteriorado y maltrecho, consecuencia de intereses personales y realidades ajenas a la nuestra inventadas por unos cuantos españoles perturbados con América Latina que han degenerado el transcurso de su ordenamiento, calado en ciertos personajes con poca lucidez intelectual que no pudieron construir un propio pensamiento ideológico en base a la realidad del Ecuador.
Pero, después de la tempestad viene la calma, y saber que el elegido democráticamente y por mayoría de votación, como es, el señor Daniel Noboa, causa bienestar y tranquilidad, al tiempo que, esperanza de un porvenir compuesto de libertad, respeto, trabajo, que no es tarea fácil, pero sabemos que podrá desempeñar bien su labor por la hoja de vida, conocimiento y lo que ha demostrado políticamente, más no, politiqueramente. La responsabilidad que adquirido es delicada, porque, su primera labor será combatir la delincuencia e inseguridad que se apoderado de todo el territorio, a sabiendas que son organizaciones delictivas compuestas de inmenso recurso económico, arsenal y con enorme influencia política, reclutando y aprovechándose de jóvenes humildes, en especial de sectores desfavorecidos, para que realicen actos ilegales que han deshonrado a su propia país.
Esperemos que le vaya bien, tanto, por el futuro del país, las próximas generaciones y un desempeño político compuesto de transparencia, honestidad y patriotismo, que nos conduzca a las siguientes elecciones de 2025 con candidatos y planes políticos serios, reales y sin corrupción porque, tenemos fe que renace la esperanza.