En que país estamos..?

Jaime López

El interrogante se impone cuando al amanecer las noticias que recibimos por la televisión y la prensa escrita, cada vez más escasa, la desmemoria es el pan del desayuno, porque se está imponiendo como auxilio injustificado ya que nuestra condición mental, debilitada y atacada por todos sus costados, no reacciona como antes lo hacía, antes de la pandemia y del proceso robolucionario que el prófugo que vive en México y en Bélgica, bajo el apelativo de revolución ciudadana y otros motes, se dedicó a la destrucción de las estructuras e instituciones administrativas del país, multiplicando ministerios y mandos medios donde sabía a ciencia cierta que la corrupción iba a ser el campo propicio para el narco estado, el imperio de los sicarios con asesinatos a mansalva, la proliferación de extorsiones y vacunas, lavando el cerebro a un 30% de ecuatorianos que podían elegir y ser elegidos, luego convertidos en borregos. Sus artimañas no han dejado de ser mecanismos que ciertos jerarcas y protagonistas de la política nacional, dirigiendo los despojos de sus partidos políticos, no han dudado en establecer alianzas con el prófugo y sus secuaces y llegar a la corrupción desatada, como principio de Derecho, apelando a tribunales, jueces, fiscales, con mujeres de atributos físicos, que no morales, para que con los millones de dólares de los narcos en sus mochilas, se encarguen de desviar e interrumpir procesos, y colocar a la impunidad en la puerta de entrada de los juzgados. Y llegar a que la desmemoria sea la nueva carátula de la cédula de identidad de este país, que poco a poco puede ir cambiando su nombre, dejando a un lado los sagrados ancestros, olvidándose de la Pacha Mama, y a configurar herencias que a sus generaciones no les provocará gratitud. Metástasis, purgas, nenes, conformarán nuevas denominaciones que con absoluta seguridad nos obligarán a buscar la respuesta al interrogante, cruel y doloroso, ¿en que país estamos..? y a decirle al ciudadano de aquí, al de más allá, a los que vienen, si es que han optado por la desmemoria, para que nuestra condición mental no vaya a desviarnos a un nuevo modo de vivir. O si aceptaremos que las Mayras ocupen pisos altos de suntuosos edificios, prostíbulos de lujos, donde se ordenen asesinatos de personas que impiden cumplir las órdenes de los prófugos y seguir informando de tantos implicados con sus nombres completos y no con las zoquetadas de mencionar solo sus iniciales. De ese antro lleno de malos olores que despiden muchos asambleístas, no todos, no podemos esperar más allá del ridículo insultante de no asistir a las sesión es la esperanza firme, real, valiente se llama la Sra. Fiscal General Diana Salazar, que cumpliendo con su cometido, transforme a esta esperanza y elimine esta desmemoria y que nos diga que si estamos en un país, que alguna vez Pancho Huerta lo llamó narco estado, que debe ratificar su condición de ser una sociedad debidamente constituida, bajo leyes y reglamentos, que los cumplirá para no ser una manada de borregos.