Miércoles Santo: el teatro universal

Pablo Escandón Montenegro

Hoy se realiza el Ritual de la Reseña en la Catedral Primada de Quito, que es una procesión mortuoria que simboliza el triunfo de Jesús ante la muerte. Si bien la ceremonia es una adaptación de un funeral romano, este es uno de los pocos sitios donde se lleva a cabo el rito.

El Cabildo eclesiástico va en procesión por todo el espacio de la iglesia, arrastrando las caudas, que son capas largas con las cuales limpian de los pecados a los asistentes, hasta llegar al crucero, frente al altar mayor, en donde se postran de bruces y el arzobispo bate la bandera negra y luego la bandera blanca, con las cuales limpia los pecados y se triunfa sobre la muerte.

Todo este paso se produce al ritmo de las notas del órgano de tubos en el coro alto, acompañado por las notas vocales del coro eclesiástico, que impone solemnidad, rigor e impregna de un ambiente tenebroso a la puesta en escena que se da en la parte baja de la iglesia.

Hoy, Miércoles Santo, es también el Día Internacional del Teatro, y qué mejor festejo que esta “mise en scene”, puesta en escena, acorde con la temporalidad del calendario litúrgico católico. Y es que muchas de las escenificaciones de esta Semana Mayor tienen que ver con un método de actuación, que es la fe, pues muchos actores no formados participan de esta puesta en escena en las calles de muchas ciudades del mundo.

Y es que el teatro le debe mucho a la liturgia, pues los autos de fe y las representaciones fueron saliendo del interior de las iglesias para ser representados en los atrios y plazas públicas, como dramaturgias que fueron dejando la solemnidad y oficialidad para ser representaciones populares y festivas.

Hoy sería bueno ir a mirar el llamado arrastre de caudas con una mirada de espectador teatral, y volver a la esencia de la puesta en escena, en donde el público también forma parte del desarrollo dramático, desde su fe, y se configura como un actor más dentro del libro del ritual.

Buen día a los autos de fe laicos, en donde como público nos convencemos de que lo que sucede en ese tablado, atrio o escenario, es una realidad en la que creemos y damos el aval para que se siga desarrollando.