El fin del modernismo

Giuseppe Cabrera V.

La era moderna está en su cierre y, en los claroscuros aparecen los monstruos, en un símil de la frase de Gramsci podemos resumir el ascenso de los “monstruos” de Trump, Bolnosaro, Le Pen y, todos quienes temen a lo diverso y lo extranjero.

Todos estos ascensos fueron símbolos del ambiente de época, uno en el que se disputan nuevos sentidos por reemplazar el vigente y, este nuevo sentido creado, como síntesis hegeliana será nuevo, pero, tendrá algo de lo viejo.

El modernismo, se encuentra impugnado desde dos orillas, con sus riesgos y luces, por un lado, el posmodernismo, crítico y cuestionador del poder y lo instaurado, pero, que puede terminar cayendo en relativizar todo y, si nada es real y todo es construcción y discurso, todo es real y nada es construcción, quedando de lado la búsqueda de la verdad y la razón como legados del racionalismo moderno, que no explican todo, pero, tampoco son siempre mentiras sociales.

En el otro extremo que embate al modernismo están los políticamente incorrectos, los que creen que vivimos en dictaduras de la corrección política y prefieren legitimar la violencia, el derecho al abuso y al indulto, como expresiones de libertad, cuando no existe libertad sin límites sociales, cuando la vida en sociedad es censura permanente para convivir con los otros, porque si no lo hacemos solo nos queda la barbarie y la aniquilación.

En estos sentidos en disputa es en donde más veremos formas y relatos diferentes a los existentes, donde lo nuevo que viene en reemplazo de lo viejo, será deformado.

Ahora, con una pandemia que ha cambiado la vida y, que no tiene precedentes similares en los últimos 100 años, será la arena de disputa del nuevo mundo, todos los nuevos valores de configurarán respondiendo a la vida en pospandemia, el orden y el control han sido ideas necesarias aplicadas ante el miedo y la incertidumbre del virus y, esto podría acercarnos a soluciones parecidas a los modelos asiáticos de las sociedades del control, justificando la vigilancia permanente y los Estados policiales.

No perder el rumbo, mirar los avances y los límites del modernismo, el progreso en vez del reemplazo, es el camino a sociedades libres y justas.