Ventas ambulantes

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

El pasado sábado por la tarde, me encontré atrapada en el tráfico frente al mercado municipal de la ciudad. La causa mayor de la congestión eran dos camionetas que vendían moras y frutillas, ante la circunstancia me quedó el tiempo suficiente para observar (más no pude contar) la cantidad de vendedores ambulantes ubicados y deambulando en la calle Ambato, ofertaban diversidad de productos igual o más que en temporada navideña. Sin embargo, lo que más llamó mi atención no fue la abundancia de productos en venta, sino la abrumadora presencia de puestos dedicados a la venta de carne que estaban ubicados en las veredas, y la cantidad de residuos esparcidos en las calles.

Por razones laborales no tengo oportunidad de transitar por este sector entre semana y me pregunto ¿Será igual de bullicioso, sucio y desordenado de lunes a viernes? O quizás, ¿la intensidad del fin de semana se debe a la afluencia de compradores que buscan aprovechar su tiempo libre? Aclaro que, sin duda hay ánimo de trabajar en la ciudad, que es evidente la necesidad y voluntad de trabajo, pero así de evidente también es que hace falta el control necesario para garantizar la seguridad y salubridad en el sector.

A medida que observaba el ajetreo y el desorden de las ventas ambulantes, pensaba como siguen pasando los años y no se logra organizar las ventas en la calle, es inevitable cuestionar la seguridad y la higiene de la situación.  Obvio, pensé que falta la norma de regulación y luego recordé que ha sido tema de discusión eterna, entonces concluyo que una vez más, un año más, hace falta el control del cumplimiento de la norma. Penosamente, cito con esperanza una tarea más para nuestros amigos concejales.

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