Karla Estrella Mejía
Después de una consulta popular en la que se trataron temas de relevancia social, como seguridad, derechos laborales, economía, y sistema judicial; y en donde se concluyó que el pueblo ecuatoriano tiene en común una misma preocupación e interés inmediato, solucionar la inseguridad en el país; es menester hacer una pausa para analizar cuál será la fórmula idónea para el gobierno, a fin de que las preguntas a las que la ciudadanía ha dicho SÍ, y que se cristalizan a través de reformas a los cuerpos normativos, sean acogidas por la Asamblea Nacional.
Para que esto se vaya dando, se requerirá nuevamente pactos y alianzas políticas, lo cual es perfectamente entendible por la dinámica de la democracia ecuatoriana, pero cuán complejo será que se estos acuerdos se den, cuando, por ejemplo, existe una anunciada oposición al gobierno liderada por algunos bloques legislativos, los cuales responden a partidos políticos con posturas contrarias al gobierno, y que se han ido desmarcando del denominado acuerdo nacional, por impases como el ocurrido en la embajada de México, o el alza de impuestos.
En cierta parte, este fenómeno responde a la tesis que defendía que la consulta era innecesaria, pues lo mismo pudo realizarse mediante reformas a las leyes, sin embargo, el mecanismo de valerse de la voz del pueblo pudo haberse dado para que estas necesidades sean atendidas con urgencia por el legislativo. Ahora bien, el ciudadano común esperará resultados inmediatos luego de la consulta popular, y al no conocer cómo se dan estos procesos y el tiempo estipulado para los mismos, podría percibir esta demora como una especie de incumplimiento por parte del gobierno, lo cual, en resumen, le podría restar capital político al Presidente en las próximas elecciones. Sin duda, el triunfo del SÍ en temas de seguridad es una victoria para el pueblo ecuatoriano, pero no podríamos decir lo mismo para el gobierno del actual mandatario, pues su actuación en estos pocos meses determinará su estadía en Carondelet.