Salir de la desesperanza

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

El próximo domingo, se llevará a cabo una elección trascendental que determinará quién encabezará los destinos de nuestra nación durante los próximos dos años. La tendencia que prevalezca en esta votación podría extender su influencia mucho más allá de ese período inicial. Indudablemente, nos encontramos en un momento crucial para nuestro país.

Llega el día de las elecciones en medio de una amalgama de necesidades insatisfechas, el miedo que se cierne, la violencia que pervive, la tristeza que embarga y el odio que amenaza; sin duda, esta semana se presenta como una etapa densa y desafiante. Ante este escenario me pregunto ¿Qué pasaría si otro candidato hubiese sido o fuese víctima del sicariato? Mejor planteado, ¿la sensación de indefensión y abandono sería menor o mayor si uno y otro candidato es asesinado? Creo que, sin importar la bandera política, la pérdida humana es igual de dolorosa para muchos por no decir todo un país. La violencia deja a su paso orfandad, padres e hijos separados prematuramente, aspiraciones truncadas y la democracia ecuatoriana herida.

Sin embargo, en medio de estos desafíos, surge en mi mente la imagen de un futuro a corto plazo que podría revertir esta condición actual, que aborda los aspectos sociales, económicos y ambientales que nos urgen profundamente de un cambio para su protección. En esta instancia, confío en la vigencia de una ley universal, la “ley del Ritmo”, que establece que todo eventualmente retornará a su equilibrio, tarde o temprano. Nada permanece inmutable. Por lo tanto, si hoy nos encontramos sumidos en la desesperanza, podemos con certeza anticipar la llegada de días cargados de esperanza para la querida tierra del Ecuador. Un voto consciente contribuye a moldear el destino del país.

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