Piedra angular del proceso

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

Cuando buscamos el éxito, solemos encontrarnos con la idea de que el talento innato es un factor determinante para alcanzar el mismo. No obstante, la historia contiene varios ejemplos que nos muestran que la disciplina es el elemento verdaderamente importante para conseguir las metas más grandes. Quienes han dejado una huella perdurable han atribuido su éxito a la perseverancia.

La disciplina consiste en comprometerse con un objetivo y mantener el rumbo, incluso con obstáculos que se ven ‘insuperables’; por otro lado, el talento tiende a proporcionar una ventaja inicial significativa, aún así, es la disciplina la que permite el desarrollo y perfección de las habilidades a lo largo del tiempo.

Existe la creencia de que solo se puede ser exitoso en aquello para lo que se tiene capacidad. Gracias a este pensamiento, muchas personas se limitan a hacer aquello que consideran dentro de sus capacidades, resignándose a mirar de lejos y con admiración a quienes logran grandes cosas en otras áreas.

Aquellos con la disposición de invertir tiempo y esfuerzo son los que finalmente triunfan, mientras que el talento abre puertas, es el empeño el que las mantiene abiertas. No hay sustituto para la diligencia y la determinación en la búsqueda de la excelencia.

Históricamente, se ha demostrado el poder transformador de la disciplina. Son ejemplos claros de cómo la constancia puede superar incluso el talento más evidente.

La verdad incómoda, en un mundo que valora demasiado la destreza innata, es que este mismo solo nos lleva hasta cierto punto, el verdadero poder está en la capacidad de perseverar, aún cuando todo se ve en contra.

El trabajo duro supera al talento cuando el talento no trabaja duro.

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