Parque con árboles

Verónica Narváez

Verónica Narváez Terán

Como acción colectiva, ocupamos un espacio en medio de las planicies de cemento del nuevo parque de la ciudad. Lo imaginamos verde y arbolado, y en honor a esa visión, unimos esfuerzos para plantar árboles significativos que pronto ocuparán su merecido lugar en su nuevo hogar.

Ahora que los árboles están plantados, no puedo evitar pensar en lo curioso que es que incluso los árboles tengan su destino. Un bebé matapalo, que ahora tiene 10 años, estaba destinado a ser sembrado en la ciudad. Vivió su tiempo en las jardineras de la vía a Quito, pero fue retirado después de haber sido plantado hace 5 años, en un día de marzo, cuando como colectivo dijimos ¡no más palmas! Hoy, con ese mismo árbol y con la misma unión de ciudadanos, afirmamos que el parque debe tener árboles, y por supuesto, árboles que nos representen.

Pasarán aún unos años para que los árboles florezcan, mientras eso sucede, debemos seguir plantando muchos árboles más, establecer el reglamento del arbolado urbano de la ciudad, levantar el listado de árboles patrimoniales (los pocos gigantes que andan escondidos que los talen), normas de podas técnicas, sobre todo a los árboles del anillo vial. Después de todo, nos agradecerán los pajaritos y los hoy niños y jóvenes de Santo Domingo.

Esta conexión entre los ciudadanos y los árboles genera un lazo especial, una simbiosis entre la naturaleza y la comunidad. Ahora, imaginemos cómo estamos construyendo un hogar para las aves de la ciudad. Preguntaba cuáles son las especies más presentes en la ciudad, aquellos pajaritos que, en arbolado, decoran el paisaje urbano. Hoy, al plantar, iniciamos un proceso donde florece una visión compartida de un futuro más sostenible y verde para todos.

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