Narco-Estado tóxico

Orlando Amores Terán

Desde que se instaura el narco-Estado, perdemos la capacidad de reconectarnos con nuestros valores, nuestra historia, nuestra cultura, nuestra religiosidad, dejamos de pertenecer a lo que entendemos como «lo nuestro»: tradiciones, usos, costumbres; para observar nuevas manifestaciones, nuevos comportamientos, aberraciones, otras historias, otra gente, nuevos ricos cuyo único mérito es formar parte de la organización criminal que usurpó el poder durante la década infame 2007-17, lo cual deconstruye nuestro «yo» en el cerebro, provocando dos tipos de consciencia: la focalizada que se dirige hacia algo, que es una herramienta poderosa; y la dispersa, que provoca un estado de asombro a través de la propaganda cínica, con contenidos distractores que permite la divagación, con lo cual no logramos nada concreto.

La salud mental entra en crisis, porque con la instauración del narco-Estado, hay mayor incidencia de ansiedad y depresión colectiva, provoca adicciones. El aspecto negativo más importante que surge con la instauración del narco-Estado, es la angustia emocional provocada por la inseguridad social y jurídica que genera ese sistema, con proclamas tales como: «hay que sancionar la opresión heteropatriarcal a la mujer y la represión heterosexual a la homosexualidad»; o el discurso: «la pobreza es culpa de los ricos, por tanto, los ricos tienen la obligación «moral» de repartir su riqueza con los pobres»; o la imbecilidad de afirmar: «cuando se produce una herencia no sólo tienen derecho los herederos, sino la sociedad»; todo esto crea zozobra, afecta la calidad de vida de las personas, provoca malestar emocional, psicológico, que deteriora la salud; mientras que a otros segmentos poblacionales los descerebra, generando la expectativa indecente e injusta de apropiación de bienes, sin trabajo ni esfuerzo; oportunismo de que los anhelos se conviertan en «derechos»; todo lo cual desestimula el emprendimiento, acrecienta la pobreza y el resentimiento social, que es la fuente de poder del narco-terrorismo.

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