Debihd Alcivar Ch.
Existen momentos o situaciones que surgen en la vida y que en primera instancia impactan y que hay que buscar y encontrar la mejor opción para afrontar y superar el evento; en la mayoría de estas veces no estamos listos, es importante tener claro que no estamos enteramente preparados; porque es mucho lo que desconocemos.
Es por esta razón que podemos buscar la posibilidad de formarnos, de educarnos para contar con herramientas que, ante el surgimiento de las turbulencias propias del movimiento de la vida, podamos recordarlas, usarlas y salir avante. Todo aprendizaje que nuestra alma realice tiene la posibilidad de recordarlo.
Para proporcionar o recibir estas enseñanzas existen instituciones, organizaciones como las escuelas de filosofía, en donde se transmiten principios que tienen la cualidad de paulatinamente transformarnos y esto hace posible un mundo de valores y un jardín de virtudes.
Detrás de lo que surge en la vida, se encuentran los grandes misterios y la manera de abordarlos es a través del conocimiento de uno mismo, ya que nuestra vida es efímera, pero podemos hacer nuestros días inmortales, sabiendo que nuestra alma no tiene edad, siempre que esté bañada de nobles ideales.
El tesoro contenido en el que hacer filosófico radica en que sin tener que renunciar a nada, todos podemos incorporar nuevos elementos que proporcionan mayor riqueza tanto a la existencia como a la realidad atemporal que perdura a través de las edades.
Lo anterior nos conlleva a asumir la responsabilidad que tenemos cada ser humano en esforzarnos por cada día desarrollar poderes internos y conseguir un verdadero traspaso de la potencia al acto, agarrados de la mano de los cuatro arquetipos que, según Platón, rigen la evolución humana: lo bueno, lo bello, lo justo y lo verdadero.
Nueva Acrópolis Santo Domingo