Rogelio Morales Cattani
Existen múltiples formas de percibir el miedo. Algunos son reales y se presentan ante hechos o acciones comprobables, otros son de origen neurótico y se disparan como estímulos que no guardan relación con lo que se percibe como una amenaza.
Existen acciones reales que se confunden y terminan haciendo daño a la sociedad que sufre las consecuencias de las agresiones realizadas en su contra, esta mala experiencia dinamita el accionar de varias reacciones neurológicas, tan diversas como diversos son los comportamientos humanos. Esta es otra forma de una neurosis colectiva donde ‘el miedo’ es su principal protagonista.
La frase ‘hay que vencer el miedo’ tiene un eterno valor y un importante significado. Para vencerlo, hay que sentirlo y saber que nos está afectando. Cuando un país ha sido invadido por una gavilla de aventureros que no les importó el cómo, sino en cuánto hay; cuando los mismos, a través de burócratas testaferros, se apoderaron de muchas de las estructuras del Estado, al que además lo esquilmaron, lograron sembrar ‘miedos’ en quienes debían protestar.
Actualmente, se vive otra etapa de ‘miedos’ ante hechos reales y también por una neurosis colectiva, que es precisamente lo que buscan quienes promueven el caos social. Mientras una corrupción generalizada con pérdida de valores morales y comportamientos éticos son parte de la realidad en la que vivimos.
El principal ‘miedo’ no es aquel que nos ha invadido y nos está convirtiendo en seres inútiles para revelarnos, hasta lograr cambios definitivos que beneficien a las futuras generaciones que, ojalá, no hereden el mal ejemplo y crezcan sin miedo a expresarse y exigir derechos.
Que más derecho que el ‘derecho a la vida’ y vivimos en una sociedad donde varios de sus miembros son asesinados por gatilleros que, por dinero, matan a niños y gente inocente. En respuesta, el Estado está en la obligación de vencer el miedo y poner mano dura en este angustiante tema de la inseguridad.