La mala fiesta

Javier Corella Sánchez

¿Hemos escuchado que se denomina fiesta democrática a las elecciones? Me ha llamado mucho la atención el término ya que el sentido medular de la fiesta es la algarabía, el regocijo, el encuentro y un sinfín de emociones (todas de carácter positivo). Las «fiestas democráticas» sin embargo, al ser contienda traen consigo mucho debate, competencia, rivalidad tanto entre políticos como entre sus bases lo que las vuelven una «mala fiesta». Igual, lo dejo a sus valiosos criterios.

Más la fiesta democrática arranca con la convocatoria a elecciones por lo que es prematuro aún adentrarnos en ella, hoy por hoy los preparativos importan, más relevante es aún los actos y personajes que cada una de las tiendas políticas tienen para ofrecernos en la fiesta. ¿Estarán listos los personajes? ¿Estará listo el homenajeado de esta fiesta “el elector”? ¿El personaje sabrá de los gustos y preferencias de los ciudadanos motivo de la fiesta? Son algunas de las inquietudes que llegan a mi cabeza hoy por hoy.

Salimos de varios eventos desafortunados que nos han entristecido sobremanera desde la pandemia, la inseguridad, la inestabilidad política a nivel macro entre otras. Creo merecer una fiesta digna de esperanza y nuevas oportunidades para nuestros territorios locales, es por ello que me permito conminar a todos y cada uno de los actores políticos que organizan esta fiesta a colocar su máximo esfuerzo en pos de brindarnos lo mejor.

Estamos a pocos meses de su inicio, calentamos motores, nos preparamos, hay mucha expectativa desde todas y cada una de las esferas que componen la ciudad. Es momento de tener una fiesta digna, con actores capaces y sobre todo y encarecidamente les rogamos que esta vez no nos dejen con “resaca electoral”.

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