Ética y política

Yveth Romero Padilla

Confucio, conocido como el maestro Kung (Kung Fu Tzu), aparece en el acontecer histórico a mediados del siglo VI a.C.; es considerado contemporáneo de el Buda, en la India, y de Pitágoras en Grecia.

Confucio entendió desde niño que la realidad socio política de su Estado adolecía de una adecuada estructura moral.

En su época, gobernaba la dinastía Zhou; se dio un proceso de degeneración y decadencia, y las intrigas y la relajación de las buenas costumbres se generalizaron en toda la sociedad. Lamentaba el desconcierto y desorden característico de aquellos tiempos, y la falta de modelos morales que cambien esa situación.

Así, llegó a la conclusión de que la única manera de solucionarlo era rescatando y difundiendo entre la población, los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad. Su doctrina, denominada “la religión de los ritos” (Li) o “la religión de la caballerosidad” (Ju), hace énfasis en lo moral y práctico, aplicado a lo individual y lo colectivo.

Su ética, se basa en el equilibrio y armonización interior, que se ven reflejados en el hombre de bien, de conducta moderada que evita los extremos; no apasionarse, no exagerar, no tener ímpetus y ni arranques emocionales.

Confucio, defendió el valor del poder del ejemplo, pues afirmaba que los gobernantes sólo pueden serlo si llevan vidas dignas de imitar guiados siempre por principios morales. Plantea para el Estado una política basada en: el «entendimiento de lo justo» y, una escala graduada de afecto y respeto que está formada por las «cinco relaciones»: afecto entre padre e hijo, respeto entre gobernante y gobernado, amor entre marido y mujer, afecto entre hermano mayor y menor, lealtad entre amigos. Esa escala es la base del Estado, concebido esencialmente como un ente moral.

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