​​Juventud y voluntariado 

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero

El 12 de agosto de 1999, la Asamblea General de la ONU designó ese día para celebrar anualmente a los jóvenes, dice “celebrar el potencial de la juventud como socios indispensables de la construcción de nuestra sociedad”.  Valdría la pena preguntarnos ¿sabemos qué es la juventud? ¿Sabemos cómo educar a los jóvenes, bajo qué principios para que realmente sean socios indispensables de la construcción de nuestra sociedad? 

La juventud, considerada por muchos como la edad de la energía y el vigor, debe ser guiada para que puedan contestar la pregunta básica que todos deberíamos hacernos en cualquier etapa de nuestra vida: ¿qué se espera de mí? El filósofo Platón, en su “República”, define claramente las etapas de la vida, y nos habla de la juventud como la etapa donde se viven la aventura y los ideales, pero, además, hizo hincapié en la necesidad de acercar la filosofía a los jóvenes, y nos propone un entorno adecuado para su necesario “despertar espiritual”. 

Platón nos da pautas claras de educarlos en el cuidado del alma y su perfeccionamiento; la educación, explica en su libro, se debe cimentar en la adquisición de la virtud, al ser guiados para realizar labores con la comunidad y la naturaleza; así, bajo la guía de sus tutores, los jóvenes se enfrentan a los desafíos que implican conocer y ser parte de mantener el “Bien Común”. Platón ya nos habló indirectamente del valor de la formación del voluntariado en los jóvenes, como una herramienta para educir (educar) lo mejor del alma de cada uno, pues el voluntariado es la oportunidad que tenemos de poner en acción nuestra voluntad, en beneficio de los demás, sin esperar nada a cambio. Si educamos a nuestros jóvenes en virtud del servicio, entonces tendremos verdaderos entes constructores de sociedades más justas, más felices.

Nueva Acrópolis Santo Domingo