Justicia inquebrantable

Emily Torres Larriva

En el ejercicio profesional del derecho, he podido ser parte de eventos que cuestionan mis convicciones, ponen débiles mis creencias y bajan las baterías que me empujan a seguir creyendo en la justicia.

Es difícil entender que la justicia pueda ser manipulada y extorsionada, hay que decirlo, es una realidad, no podemos cubrir lo que pasa todos los días en salas de audiencias, en pasillos judiciales; todo aquello que gira alrededor del sistema judicial está siendo despojado de su naturaleza.

Con duda y despecho puedo reconocer las malas intenciones de funcionarios judiciales, cuando se hacen los sordos o se creen muy ágiles, minimizando el esfuerzo académico que se ha realizado para obtener el título de profesional del derecho, es lamentable, porque día a día los miembros del gremio deben “ser parte del sistema”, caso contrario sus procesos no finalizan con éxito y su prestigio profesional se desplomará por la baranda.

A un paso de tirar la toalla, quisiera apelar profesionales y usuarios, cambiemos la mentalidad, no podemos engordar los bolsillos de pocos para perjudicar a muchos, mañana estaremos del otro lado siendo extorsionados, entregando dinero por justicia, callando inocentes por prestigio, transgrediendo la ley para salir victoriosos.

El respeto a la carrera judicial debe renacer, debe ser colocada en un atrio, debe ser baldeada, para ello debemos enfocarnos en la formación profesional y moral, sin principios no hay derecho, sin honestidad no hay justicia. La resistencia y el rechazo al sistema deben ser banderas inquebrantables, porque quien desiste renuncia a sus principios, y quién lo hace pierde espacio y protagonismo sobre su propia vida.

El impacto negativo que va dejando la justicia desmedida y quebrantada perjudica en su mayoría a grupos vulnerables, a niños abusados, a mujeres violentadas, a migrantes y personas de escasos recursos económicos. Que no nos roben la esperanza, que no nos siga sucediendo.

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