Jerarquía de la ley

Mesías Mestanza Solano

Las normas legales y los actos del poder público deberán mantener conformidad con las disposiciones constitucionales; en caso contrario, carecerán de eficacia jurídica.

La jerarquía legal se distribuye de la siguiente manera: La Constitución; los tratados y convenios internacionales; las leyes orgánicas; las leyes ordinarias; las normas regionales y las ordenanzas distritales; los decretos y reglamentos; las ordenanzas; los acuerdos y resoluciones; y los demás actos y decisiones de los poderes públicos. Bien, en este orden los jueces deben  aplicar las normas legales al resolver los casos sometidos a su potestad.

Las resoluciones de los poderes públicos deberán ser bien motivadas; lo que obliga al juzgador a revisar la hermenéutica legal, la doctrina y la jurisprudencia, debiendo guardar una efectiva coherencia en la aplicación de las leyes que no contradigan a la Constitución, y de hecho, si no hay conformidad con ésta, entonces aquella ley se vuelve inaplicable.

Hay leyes sociales en materia de la Niñez y Adolescencia así como las hay en materia laboral; se dispone así, que quienes ejerzan funciones de jueces ajusten sus decisiones en lo que más favorezca a los más vulnerables; esto es muy positivo, siempre y cuando no se afecte al debido proceso.

Al motivar una resolución con una serie de normas legales, hay que tener cuidado de que éstas no contradigan a la Carta Magna, por el principio constitucional de la supremacía, ya que esta última está por encima de las demás. Hemos de entender que para una verdadera aplicación de la justicia, nuestros fiscales y jueces deben tener los suficientes conocimientos, experiencia y honestidad para dictar sus fallos, puesto que serán fuentes de aprendizaje para  quienes seguimos de cerca al Derecho

Debo reconocer que en Santo Domingo nuestros jueces se encuentran preparados con bastos conocimientos en todas las materias; pues, las maestrías y diplomados les han permitido ampliar su acervo técnico-jurídico. Hoy más que nunca, los juristas debemos darnos el tiempo suficiente para leer las sentencias bien fundamentadas, que, por qué no decirlo, elevarán también nuestros conocimientos.

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