Hacer vivir o dejar morir

Javier Corella Sánchez

Quiero trasladarme hacia nuestros antepasados y con esto recabar en la historia en donde el soberano, el dictador sobre cuyas espaldas el poder descansaba podía hacer morir a sus súbditos bastando su decisión. El soberano tenía entre sus responsabilidades con su sola palabra arrancar la vida de sus gobernados a manera de castigo, reprensión o antojo.

Hoy los tiempos cambiaron, la correcta gestión de los Estados se basa en la capacidad de gestionar y salvaguardar las vidas de los gobernados. Es agradable a la vista de la población un gobernante capaz de “controlar” la vida de los suyos de una manera sana (entiéndase “controlar” en el mejor de los términos), hacer que esa vida crezca, se prolongue, organizarla, optimizarla incluso, todo esto en un marco de bienestar común.

Aterrizo mis criterios hacia lo que el Ecuador vive, en donde nuestros gobernantes una vez más tendrán que elegir a quien hacer vivir o dejar morir. Nuestra economía estos años (enfatizando el anterior) ha sufrido otro traspié, en medio de una crisis sanitaria que ha costado vidas y millones de dólares; en medio de una crisis política en donde las autoridades han dado ejemplo de “distanciamiento” político entorpeciendo la adecuada decisión; en medio de un déficit económico pues los niveles de comercio, producción, mercados han decaído a causa de la paralización del 2020. Han decidido apostar por la vida de la economía.

Nuestra endeble economía está en entredicho, lo que ha permitido que se la considere como prioridad las reformas tributarias y económicas emergentes, está bien, podríamos decir que se hace vivir a la economía. Lamentablemente el fraccionamiento que aún existe entre el ejecutivo y el legislativo preocupa a quienes seremos sujetos de decisiones, si no hay acuerdo en la gestión, la democracia muere.

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