Verónica Narváez Terán
Como residente del sector de la avenida La Lorena, agradezco la iniciativa e intención de la municipalidad por brindarnos una iluminación nocturna adicional. Sin embargo, al igual que muchos transeúntes, quiero señalar algunas preocupaciones sobre el exceso de iluminación en la zona.
En primer lugar, se observa un desperdicio de energía, especialmente en momentos de recesión energética en el país. Además, se evidencia un diseño urbano desequilibrado, caracterizado por la falta de proporción y armonía en la planificación y aplicación de elementos lumínicos en el entorno urbano. Esta situación se traduce en una iluminación excesiva que supera las necesidades funcionales y estéticas del espacio.
En conclusión, una iluminación excesiva puede contribuir al desperdicio de energía y causar contaminación lumínica, aumentando la huella ambiental de la ciudad y generando costos innecesarios. Esto va en contra de los principios de sostenibilidad y eficiencia energética.
Entonces, considerando las zonas con exceso de iluminación, propuestas de puentes, parques con amplias áreas cementadas, disminución de parterres, podas o talas de árboles urbanos, falta de recolección diferenciada de residuos, ofensivas mezclas de uso de suelo y grandes buses transitando la ciudad, me pregunto: ¿no será que hay una ‘ligera’ confusión acerca de lo que realmente significa modernidad?
Brevemente, menciono parámetros de modernidad urbana según cualquier referencia académica: La modernidad de una ciudad refiere a la adopción de características, prácticas y elementos considerados contemporáneos y avanzados desde el punto de vista social, cultural, económico, tecnológico y urbanístico. Entonces, una ciudad debe proyectarse hacia la eficiencia energética, gestión de residuos, movilidad sostenible y la conservación del medio ambiente, esforzándose en generar espacios atractivos e inclusivos, bien diseñados, entendiendo la dinámica de la ciudad y fomentando mejoras en la socialización con la comunidad.