Equivalencia, equipotencia, equifonía

Javier Corella Sánchez

Mucho se habla de equidad hoy por hoy, es una palabra sobremanera positiva, esperanzadora, incluyente, justa, incluso utópica rayando en lo romántico de lo que debería ser dentro de un ambiente de bienestar. Hay mucho más allá dentro de la equidad, si hilamos más fino podemos encontrar variantes que la componen y muchas veces las omitimos e inobservamos cuando de nuestros semejantes se trata.

La equidad busca brindar a cada uno lo que merece en base a su condición o a los méritos adquiridos para ello, pero vamos más allá, hablemos de equidad en términos reales, no solo en lo que aparenta ser correcto sino en lo que representa ser justo. Ser justo es mirar a los demás en términos de “equivalencia” pues esto es el valor que las personas tienen para nuestra percepción, nadie es más o menos que otro o incluso uno mismo.

La “equipotencia” es reconocer que todos pueden hacer lo que hago, que pueden lograr objetivos de manera independiente a su condición o situación y con “equifonía” no me refiero más que a la voz, al derecho de ser escuchados por igual tanto desde el punto de vista comunicacional o incluso de protesta ante lo que incomoda o molesta.

Es recurrente ver a varias organizaciones tanto públicas o privadas hablar de equidad, es normal que las autoridades o los políticos en campaña muestren a la equidad como principio básico de su gestión. Pero es más común aún ver que en nuestro país cuando dicha autoridad asume el poder automáticamente resta valía a sus mandantes sin atender sus requerimientos, ignora los potenciales que cada ser humano tiene al gobernar autoritariamente y sencillamente ignora la voz de quienes lo colocaron allí.

Somos diferentes y nuestras autoridades lo saben, pero no basta con tolerar las diferencias sino es necesario involucrarse en ella.

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