Diego Albán Quishpe
Entre las crisis que atraviesa el Ecuador, la inseguridad es una de las más preocupantes por su realidad degenerativa, misma que urge su control y solución. Teniendo en claro que de aquello se originan otras problemáticas, tales como política, económica, social, entre otros.
En los últimos años, las mafias y/o grupos delictivos organizados (GDO) se han tomado el país de una manera imponente, llegando al punto de haberse involucrado directamente en las instituciones del Estado, entre ellas las de seguridad y justicia. Esta situación ha profundizado la desconfianza ciudadana respecto a la administración pública y de sus instituciones, pero ¿quién no lo haría?, si cuando precisamente en estos momentos, que más allá de exigir, rogamos protección, se ventila un proceso judicial -Metástasis- que evidencia un sistema de justicia depravado.
Por otro lado, nos encontramos con un Presidente prácticamente nuevo, en un periodo de gobierno que durará exactamente un año y seis meses. Por lo tanto, mal haríamos cuestionar –aún- su gestión como un gobierno nefasto o fallido. Sin embargo, hace unos días ya se dio a conocer, a modo de secretismo pero con gran expectativa, el denominado plan Fénix, prometiendo la lucha contra la inseguridad a través del fortalecimiento de sus instituciones.
Por el contrario, con años de “experiencia”, uno de los líderes delictivos de mayor peligrosidad, esto es alias “Fito”, ya burló dicho plan, y como si estuviese en un hotel, desocupó las instalaciones de la cárcel de Guayaquil donde se encontraba “hospedado”. Ante este hecho, varios ciudadanos hemos reaccionado preguntándonos: ¿Dónde estará Fito y el Plan Fénix?
En definitiva, este plan, del cual no mantenemos mayor información, no parece ser tan contundente, ya que los hechos demuestran lo contrario, lo que implica que la ciudadanía empiece a dudar en tan poco tiempo.