¿Ecuador es acuerdo?

Javier Corella Sánchez

Esta semana venía a mi mente una campaña publicitaria propuesta por el Ministerio de Agricultura y Ganadería en el año 2019 que promovía el Gran Acuerdo Nacional para la Prosperidad del Sector Agropecuario en la cual se enunciaba “¿Sabes que Ecuador es Acuerdo?” Se llegaba a esta conclusión por el hecho de que la palabra “Ecuador” se compone de las mismas letras con que se formula la palabra “acuerdo” por medio de un anagrama.

En los últimos meses la palabra “acuerdo” ha cambiado de sentido, ya no es tan positivo hablar de acuerdos, de hecho, los acuerdos ya traen consigo indicios de incertidumbre, duda o desconfianza. Para ser más específico me refiero a las manifestaciones netamente políticas que el actual gobierno nos ha presentado al accionar en lo que claramente se define como acuerdos y varios de ellos con aquellos frentes que se consideraban de frontal oposición.

Cambios de postura, nuevos nombramientos, indultos, la misma liberación del ex vicepresidente Glass nos muestran claramente un cúmulo de acuerdos que no hacen otra cosa que poner en manifiesto la debilidad política del presidente Lasso. Es cierto, lleva 11 meses apenas en el poder, es ilógico exigir resultados en gestión, pero asimismo es ilógico no conocer el rumbo político que ejecutivo presenta, es ilógico desconocer que estas decisiones políticas afectan su imagen, su campo de maniobra, su presencia en las elecciones venideras y sobretodo la postura de las bases que lo supieron acompañar en su proceso de campaña.

Soy fiel creyente de los acuerdos, pues es preferible ser útil como esclavo del consenso que inútil en la libertad del disenso, pero, ¿no importa si eso me encamina a la destrucción política y me arrincona a un espacio sin maniobra? Los resultados serán las evidencias.

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