Divorcio sin causales

Mesías Mestanza Solano

Mesías Mestanza Solano

Actualmente, el Código Civil ecuatoriano nos da a conocer que las causales de divorcio son: el adulterio, los tratos de crueldad o violencia contra la mujer o miembros del núcleo familiar, el estado habitual de falta de armonía de las dos voluntades en la vida matrimonial, amenazas graves de un cónyuge contra la vida del otro, tentativa de uno de los cónyuges contra la vida del otro, actos ejecutados por uno de los cónyuges con el fin de involucrar al otro o a sus hijos en actividades ilícitas, la condena ejecutoriada a pena privativa de la libertad mayor a diez años, el que uno de los cónyuges  sea ebrio consuetudinario o toxicómano y el abandono injustificado de cualquiera de los cónyuges por más de seis meses ininterrumpidos.

Como queda anotado, para divorciarse, se requiere demostrar ante el juzgador una o más causales, para lo cual hay que someterse al escarnio público y  vergüenza ante los testigos de las partes y demás familiares, aparte de que se debe disponer de tiempo para la tramitología en primera y segunda instancia, casación y también la posibilidad una acción extraordinaria de protección, dado que los miembros de la pareja que litiga un divorcio se convierten en enemigos en potencia. Por decir lo menos, la pareja se dice barbaridades, lo que es y lo que no; además de que las causales para reclamar el divorcio siempre lesionarán la dignidad y la salud emocional del cónyuge demandado o de los dos.

Estudiosos del Derecho Civil sostienen que para el divorcio ya no deben existir causales, sino una simple solicitud ante la jueza o juez, ya que se considera que si se perdió el affectio maritalis de la pareja, ya no habría razón para un gran proceso que afectaría a la autonomía de la pareja. Hoy es frecuente la siguiente expresión: ¿Cómo es posible que se pretenda obligar, a quien es víctima, a vivir con el cónyuge que ha intentado matarlo-a o corromperlo-a?. El matrimonio tiene como filosofía la de vivir juntos, procrear y auxiliarse mutuamente. ¿Qué opina usted, amigo lector?

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