Asomó el chistoso con otra película cantinflesca, ahora le han robado una “caja fuerte llena de esferográficos” y quién sabe qué más cosas de valor, posiblemente borradores y saca puntas o “saca pintas”, da igual. “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.
Un personaje funesto para la patria, contador de chistes malos, acostumbrado a vivir del cuento, quien poniendo cara de pendejo logró engañar primero a quienes se creían iluminados, ilustrados, llenos de “pehachesdes” o “doctorados honoris causa risa”, para más tarde de chiste a chiste, mentir a millones de personas a quienes primero provocó lástima y luego causó daño. Siempre con una sonrisa sardónica en un rostro sin expresión, careta de un cráneo vacío de solidaridad.
El profesor italiano Cesare Lombroso, afirma que muchos bandidos y mentirosos nacen así, los rasgos son casi inexpresivos, como las hienas que detrás de su triste mirada, esconden un comportamiento cruel que les hace actuar sin sentir remordimiento. Por eso se comía un arroz con huevo y el país le importaba un bledo.
El francés Alfredo Binet, inventó el primer test para medir la inteligencia y mencionó que esta cualidad no servía de mucho cuando el niño o el adulto mantienen en su interior traumas no superados, o complejos no tratados. Difícil identificar este tipo de actores, que “miente por cada diente”, que en muchas ocasiones se los descubre solo cuando ya han fastidiado a sus semejantes. Para ellos el sufrimiento ajeno es chiste y los hospitales son políticamente negociarlos.
Los “chistosos mentirosos” en contubernio con vividores, han evolucionado de la modestia económica a la opulencia, sin importarles el resto de la gente, porque viven rodeados de adulones de risa fácil y de buen comer, que ven a los pobres morirse de hambre, mientras ellos sufren de indigestión, los mismos que ven a niños que no pueden ir a la escuela mientras ellos tienen “cajas fuertes llenas de esferográficos” y quién sabe qué más cosas de valor.